Iniciando la escolaridad

La edad de inicio de la escolaridad debería coincidir con la capacidad madurativa del niño a enfrentar adecuadamente la separación de sus padres, cuando por evolución natural se interesa por jugar y socializar con otros niños, compartir actividades e independizarse logrando hitos del desarrollo como controlar esfínteres, comer sólo, asearse las manos, etc. Lamentablemente cada vez es más temprana la necesidad de dejar a los niños en guarderías o en hogares de cuidado diario debido a las responsabilidades laborales de sus padres. Según sea la edad y la personalidad del niño, los padres y cuidadores tienen la responsabilidad de ser sensibles y pacientes con el proceso de adaptación y facilitarlo a través de algunas herramientas y acciones, entre ellas:

  • Elegir con anticipación el lugar tomando en cuenta las características de seguridad y la experiencia del personal.
  • Tomarse el tiempo necesario para conocer y conversar con maestros y cuidadores sobre el desarrollo de las actividades diarias y cuidados del bebé; inclusive informar sobre sus gustos, costumbres, forma de alimentación, personalidad.
  • Llevar al niño varias veces al lugar seleccionado para que se familiarice con el ambiente y los trabajadores. Asegurarse de que cuenten con áreas de juego seguras y amplias, así como áreas de higiene independientes y personal capacitado y suficiente según el número de niños.
  • Es importante que los primeros días se permita la presencia de los padres durante algún tiempo dentro del salón y la participación en actividades como juegos, dibujos, canciones. Durante los primeros días es conveniente reducir el tiempo que el niño pasará en el lugar de cuidado o escuela, iniciar con 2 horas e ir extendiendo el lapso progresivamente cada 2 a 3 días hasta que cumpla la jornada completa.
  • Despedirse del niño es fundamental, no conviene “desaparecer”, sino decirle siempre que pasará un tiempo allí y que lo buscarán más tarde.
  • Un objeto de apego (juguete favorito, almohada, cobijita…) puede ayudar al niño a sentirse reconfortado en la ausencia de sus padres. Consolar siempre el llanto del niño si se presenta, con cariño y comprensión. Ignorar sus sentimientos lo hará adaptarse más lentamente y puede generar una actitud negativa ante el colegio.
  • Establecer rutinas positivas para los nuevos horarios y cambios: incorporarlo a decidir qué desea llevar de merienda, escoger sus nuevos zapatos, el lazo para el cabello, sus colores, cuadernos, su bolso escolar. Mantener una hora regular para dormir y despertar, asegurando un descanso reparador que le permita asistir con buena disposición a clases.
  • Conversar sobre los nuevos compañeros y maestros, lo que aprendió durante el día, celebrar sus logros y motivarlo.

Dra. Morella Martínez de Herrera