La agricultura urbana planificada

Este tema de la agricultura urbana es algo apasionante para mí, la practico desde siempre, mis abuelos fueron ejemplo, ir a casa de ellos de visita o de vacaciones representaba participar activamente en la tarea. No eran campesinos, él era periodista profesor de la UCV y ella era profesora en el Pedagógico del Paraiso, en Caracas, vivían en Las Fuentes, en una casa con un buen patio, que tenía estructuras de donde colgaban tubos PVC verticales de donde salían las plantitas.

Recuerdo las fresas, el tomate, el cilantro, el cebollín, apio España, entre otras hierbas. También recuerdo la mata de uvas, el mango, los mamones, el café y las gallinas en la platabanda sobre en el techo de su biblioteca. Luego se fueron a Mérida a pasar sus último años, allí vivíamos nosotros.

Con ellos mudaron su cultura de siembra urbana, pero un poco más extensa en variedad de productos, donde por supuesto y ya más grande me tocó abrir huecos, y experimentar con todo tipo de ideas que a él se le pasaban por la cabeza.

Hicimos deshidratadores solares de cambures, para los cambures de su cosecha, recogíamos, tostábamos y molíamos el café en un molino manual, bajábamos limones, mandarinas y nos comíamos los duraznos, tumbábamos semerucos, cerezas, caz, guayabas, pomarrosas, pomagas, recogíamos lo huevos de las gallinas, le llevábamos de comer las conchas de plátano a la cabras, las ordeñábamos y luego nos daban esa leche, hacían quesos y cuajadas de cabra, sembraba tomates, pimentones, ocumo, batata… No había espacio en su jardín que no tuviera algo para alimentarse, para nosotros los nietos, era en ese momento una tortura, pero al crecer yo por lo menos logré aprender a amar esas costumbres.

Un intelectual, citadino, de buena posición económica, practicaba costumbres que para aquella época eran fuera de sitio, pero además intentó hacer que su familia viera un ejemplo de lo que podía ser una sociedad más humana.

De allí que creo que desperdiciamos demasiado terreno público en árboles y flores que no dan alimento, ya que las plazas, los parques y las áreas verdes comunes podrían ser zonas de desarrollo productivo, el ornamento puede cumplir doble propósito.

Al mismo tiempo al ver que se impulsa la agricultura urbana, también creo que ese impulso debiera ser planificado, ya que la misión debe ir mas allá de incentivar a la siembra. El trabajo está en organizar a la comunidades para establecer un mapa productivo y tener con más precisión información que nos indique, qué se producirá en cada zona urbana y qué destino tendrá, para así poder generar un plan con estrategia.

Podríamos, por ejemplo, precisar que en un conjunto de diez edificios, una torre se encargue del tomate, otra del pimentón, otra de las lechugas y así sucesivamente para que en vez de que cada quien siembre lo que se le antoje haya un propósito con enfoque. Luego se podría arrimar esta producción a un centro de la misma comunidad, donde generaría un mercado, producto de un sistema verdaderamente planificado de producción de alimentos, donde los excedentes bien pudieran ser procesados y convertidos en productos de larga duración que terminarían en el mismo mercado interno o saliendo a cubrir otros mercados.

No es lo mismo que en un balcón haya un cilantro, un tomate y un pimentón, a que en veinte balcones de un mismo edificio hayan tomates, el sistema de producción en serie, utilizado en la industria puede ser llevado a la agricultura urbana.

Por eso digo que para que la agricultura urbana sea verdaderamente eficiente, debe ser pensada para lo mismo, planificación es la estrategia, ideas muy buenas sin un plan bien pesado, se quedarán siendo simplemente muy buenas ideas, que difícilmente serán materializadas eficientemente.