Las mentadas a Guaidó, no, por favor

Nuestras armas deben estar amparadas por la verdad.

Con estupor presencio la nociva “educación” política que están dando a sus hijos e hijas, algunos sectores que desde la contrarrevolución venezolana consideran que hacen lo correcto al lanzar una mentada de madre al presidente Nicolás Maduro Moros, luego de mencionar su primer apellido.

Atolondrados, por decir lo menos, quedan mis sentidos cuando –peor aún-, son sus descendientes quienes ingenua e inocentemente se impulsan desde los irresponsables pasos paternos y maternos, recibiendo salvas de aplausos y sonrisas que refuerzan tan irracional conducta ofensiva.

Hago uso de mi derecho a soñar con la llegada, más temprano que tarde, del momento en que esta “trinchera” ofensiva sea minada por la conciencia de la corrección a tiempo. Ojalá.

Pero si lo descrito antes me “engelatina” la poca sindéresis que pueda tener para escenarios como estos, más me alarma la “idea” que desde algunos ángulos de nuestras filas se ha venido manejando para que mostremos un proceder similar contra el traidor a la Patria, Juan Guaidó.

¡No lo hagamos, por favor!

Posiblemente la madre de este despreciable ser tenga alta responsabilidad en su actitud delincuencial, pero ni siquiera es la más mínima consideración a ella el instrumento que deba atajar nuestros naturales arranques de combate. Son otros y otras, nuestros hijos e hijas quienes no merecen pasar por el tamiz “formador” que acá denuncio.

Solicito que lo pensemos dos, tres, mil, ¡un millón de veces!

Las hijas y los hijos de las y los revolucionarios llevarán sobre sus hombros la responsabilidad que nos dejaron –en buena lid-, nuestras madres y padres. Una (bien merecida) mentada de madre al arrastrado del imperio, no acabará con sus intenciones golpistas y desestabilizadoras, pero sí coadyuvará posiblemente en la formación de una visión guerrera impregnada de un grave error conceptual que anclada en menores de edad puede representar un arma deformada y por ende, peligrosa. Muy peligrosa.

¿Qué hacer entonces? me preguntarán, y respondo: orientar a nuestras chamas y chamos con el uso de las herramientas que hasta ahora nos han brindado excelentes resultados. Me refiero a entromparlo (a él y a malandros como él), en el campo de las ideas, conceptos, hechos, pruebas, resistencia, convicción. Y sobre todo, la verdad como el mecanismo curtido con mayores signos de éxito en todas las atmósferas.

Que sean otros quienes fabriquen monstruitos. De nuestra parte, cumplamos con la historia y la humanidad erigiendo patriotas.

¡Chávez vive…la Patria sigue!