Seamos antiimperialista y antibloqueo como Che

«Pocas veces como en esta ocasión
 se puede decir con más justicia,
 con más exactitud de un hombre
 lo que decimos del Che:
  ¡Que constituyó un verdadero ejemplo de virtudes revolucionarias!
Pero además añadía otra cualidad,
que no es una cualidad del intelecto,
 que no es una cualidad de la voluntad, que no es una cualidad derivada
 de la experiencia, de la lucha,
sino una cualidad del corazón,
 ¡porque era un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible!»
  FIdel Castro
La Habana, Plaza de la Revolución
18 de octubre de 1967

Cuando el Comandante Fidel Castro nos invitó y nos invita a ser como Che, tal como lo hiciera en aquel memorable, encendido y emotivo discurso en la plaza cubana de La Revolución, a los pocos días de conocerse del vil y cobarde asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara, en montañas de Bolivia, el presidente Castro Ruz no nos estaba pidiendo hacer no «copia al carbón» del Guerrillero Heroico, asesinado en un salón de clases en la escuelita andina de La Higuera. Nos estaba pidiendo, , asumir esa auténtica «cualidad del corazón» que caracterizó toda su vida a Che y que era -para él mismo y «aún a riesgo de parecer ridículo»- la máxima de un verdadero revolucionario: la del amor.

Revolucionario antiimperialista enfrentado al bloqueo estadounidense que se impuso al pueblo cubano, Ernesto el Che, nuestro Che, lo combatió con dignidad y las armas en la mano porque evaluó estratégicamente que aquel era el momento de «crear dos, tres, muchos Vietnam… ¡Hasta la victoria siempre!».

Pero Che no era revolucionario por empuñar las armas y liderar la guerra insurrección en Nuestramérica, África y el mundo. Lo era porque le caracterizaba ser «¡un hombre extraordinariamente humano, extraordinariamente sensible!», como lo calificara el Comandante Fidel Castro.

Por eso, honrar a Che y ser como él, en pleno siglo XXI, no significa empuñar unas armas o asumir formas de luchas como las que él debió emprender. Significa tener un corazón amoroso y solidario, «capaz de temblar de indignación ante cualquier injusticia».

En este contexto de conmemoración de los 53 años de la victoria amorosa del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, Venezuela, junto a los pueblos del mundo, celebra en lucha y con dignidad el ejemplo antiimperialista y antibloqueo de la Revolución Bolivariana y de revoluciones de Cuba y Nicaragua, dispuestas a vencer con las afiladas armas de la paz y la conciencia de clase proletaria.

Lo decimos con convicción y así lo asumimos sin conceder «ni un tantico así al imperialismo». Porque Venezuela es hoy víctima de la más feroz arremetida imperial yanqui-sionista ordenada por los amos del mundo y hay quienes pretenden ignorarla o banalizarla.

La ideologización de la conciencia de los pueblos ha llegado a niveles tales de «perfeccionamiento» que resulta cada vez más difícil enfrentarla como fenómeno que forma parte de la complejidad multifactorial de la guerra y su papel en el sometimiento y explotación de los pueblos.

Mecanismos de persuasión, de lavado de conciencia, de alienación, terminan masificando al pensamiento colectivo para lograr que el explotado se sienta contexto con su explotación y que el bloqueado acepte, asuma y hasta defienda que bloqueado es tan sólo el Gobierno de Nicolás Maduro y no el país en su totalidad.

Así, hasta muchos «críticos» provenientes de la izquierda y del mismo chavismo van encontrando o repitiendo argumentos que bloquean, ya no sólo a la economía sino también al mismísimo pensamiento, al que le resulta difícil -por no decir imposible- distinguir al enemigo de clase, su saña y sutil ferocidad.

A propósito de la propuesta revolucionaria de introducir una Ley Antibloqueo ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), como parte de las estrategias de Defensa Integral de la Patria, el fenómeno someramente descrito en las líneas precedentes, se hace patente. Pareciera no entenderse que la Revolución Bolivariana y Chavista se encuentra en una aguda fase de resistencia, pero también de reinvención (a lo Samuel Robinson, el maestro Simón Rodríguez) o de reexistencia para poder avanzar en liberación, independencia y construcción de la Patria socialista.

Resistencia y reexistencia que debe estar orientada por el pensamiento de Ernesto Che Guevara en 1964 cuando, en homenaje al héroe y mártir Patricio Lumunba dijera: «No se puede confiar en el imperialismo pero ni un tantico así, nada».

La Ley Antibloqueo, como ley antiimperialista, debe ser de inmediata aprobación y su ejecución y aplicación debe convertirse en pertrecho de guerra y contraofensiva hasta derrotar las acciones imperialistas, de sus lacayos y apátridas, pero también a quienes -como víctimas de la ideologización y colonización de su pensamiento- terminan cumpliendo labores de zapa al servicio del enemigo de clase.

Debemos estar alertas ante los riesgos de banalización de esta ley y de su importancia coyuntural en el contraataque al enemigo, en en el fortalecimiento de nuestra condición de Estado de nuevo tipo y en la consolidación de la Revolución Bolivariana.

Ante el incremento del bloqueo y de las agresiones contra Venezuela, de manera prioritaria, contra Cuba, Nicaragua y Argentina, en segunda instancia, pero en general contra los pueblos insurgentes de Nuestramérica y también del mundo, se impone la unidad del proletariado y de los pueblos pobres y oprimidos. Es el momento de la unidad, ya sea a través de organismos con fuerza regional y principios claros, como la Alianza Bolivariana para los pueblos de América (Alba), l Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (Celac), Mercosur y Unasur o de otras fuerzas organizadas de la región, de las bases populares en los EEUU y en el mundo, para que más nadie le dé ni un tantico así al imperialismo yanqui-sionista.

La Ley Antibloqueo, próxima para su ejecútese en Venezuela, es una Ley soberana de un Estado antiliberal y anttineoliberal que construye relaciones nuevas con principios socialistas, ennuevecida en pleno siglo XXI.

Es la hora de vencer a las burguesía imperiales, sus «sanciones» y sus bloqueos, con Che como ejemplo memorable, para hacer del futuro el presente proletario y nuestro.

Ilustración: Xulio Formoso