Un libro para los supremacistas

Es propio de supremacistas eso de andar firmando órdenes ejecutivas contra quienes consideran sus inferiores. La supremacía imperial de los amos del mundo y del imperio yanqui-sionista está asociada con la soberbia propia heredada del conquistador, del que «descubre» a unos «sin alma» y por tanto les domina, ya sea colocándoles un arma apuntando a sus cabezas, decapitándoles con espada o robándoles su fe (y su oro también) para imponerles la «verdadera» y «salvadora» religión que los gringos llaman «democracia», en nombre de una estatua entronizada con el nombre de «la libertad».

Los supremacistas son dueños y usuarios de los artículos (en gramática) determinados para comunicar que siempre tienen la razón. Los (artículos) indeterminados son propios de quienes necesitan que se les ideologice o se les laven sus cerebros.

El terrorista que actualmente ocupa la Casa Blanca en la sede geográfica estadounidense, el dictador Donald Trump, acaba de firmar hace poquito una nueva e «incustionable» orden ejecutiva en contra del pueblo venezolano, decidiendo qué hacer con nuestras soberanas propiedades, riquezas y recursos, a través de acciones temerarias de extorsión y asfixia total en contra de nuestro país.

Un poco antes, el vocero terrorista que usurpa la presidencia en EEUU había ordenado una cuarentena y bloqueo marítimo en contra de la Patria de la dignidad y cuna de libertadores de la talla de Bolívar y de Chávez,  por tan solo mencionar los nombres de dos gigantes que acotan un período histórico bicentenario y de luchas por la definitiva independencia. A la medida de los supremacistas le añadiría, acompañado por su rúbrica de dictador global, el que «todos los bienes e intereses del gobierno de Venezuela que se encuentran en EEUU están bloqueados y no pueden transferirse, pagarse, exportarse, retirarse ni negociarse de otra manera». Es decir, Trump asume su descarado papel de ladrón imperial que se cree con potestad sobre los legítimos recursos del pueblo venezolano, así como han actuado en determinados momentos con «órdenes ejecutivas» similares en contra de Cuba, Irán, Siria y Corea, entre otros países.

A las acciones guerreristas extremas, que ahora ordena ejecutivamente el usurpador de la Casa Blanca, ya le habían precedido la congelación de de cuentas bancarias pertenecientes al Estado venezolano y se le habían robado los activos de Citgo y cortado las cadenas de importación de alimentos destinados a la atención social de las venezolanas y venezolanos. Ya Bolton, el vocero gringo que hace comparsa junto a Trump en sus actos terroristas contra Venezuela, acababa de señalar desde Lima, donde se encontraba reunidos con el cártel con el que impulsan sus acciones antivenezolanas desde el exterior, que procedían así «para negar el acceso de Maduro al sistema financiero global y para aislarlo internacionalmente».

Las estrategias guerreristas orquestadas desde los laboratorios del Pentágono tienen el equivalente a la bomba nuclear que hace 73 años hiciera estallar EEUU -con fines similares- en la ciudad japonesa de Hiroshima, precisamente un 6 de agosto pero de aquel 1945.

A la guerra multifactorial y de exterminio, que despliega el imperio yanqui-sionista y sus aliados contra Venezuela, también se le deben dar respuestas revolucionarias multifactoriales en el ámbito de la paz y del diálogo, que combinen las experiencias históricas de nuestros pueblos indígenas y cimarrones en resistencia, de nuestros libertadores independentistas en los campos de batalla militar o cívico-militar, pero también de la mediática, haciendo uso de las poderosas armas de la artillería del pensamiento, tal como nos lo enseñaran los soldados y periodistas históricos Simón Bolívar y Hugo Chávez.

Por cierto que es en este último aspecto de los combates en el que debemos recordar y seguir el ejemplo del inteligente «misil» disparado por el Comandante Hugo Chávez, en abril de 2009, contra el hegemón yanqui, al regalar al -para entonces- presidente estadounidenes Barak Obama el libro del Nuestroamericano Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina. Emular a Chávez y realizar una campaña para regalar un libro para los supremacistas puede ser una manera de derrotar en esta guerra simbólica del presente a quienes siguen pretendiendo «dominarnos más por la ignorancia que por las armas», como alertara el Libertador Simón Bolívar.

Ilustración: Iván Lira