El mercado, la identidad y la resignación

Muchas veces he escrito acerca de la necesidad que tenemos de retomar lo nuestro, de darle valor a lo que nos identifica como venezolanos y de aquello que debemos impulsar como nuestra nueva cultura venezolana, aquello que sale de nuestra propia creatividad, por supuesto influenciado por esa mezcolanza de culturas que aquí se desarrollan, que no solo tiene que ver con la indígena, afrodescendiente o la española provenientes de la desastrosa historia de colonización y abusos, sino que tiene también que ver con aquellas culturas que en el siglo pasado encontraron hogar en estas espectaculares y calurosas tierras.

Estas culturas que fueron bien recibidas por los criollos y que al mismo tiempo por tema de sentimiento de inferioridad de nosotros los venezolanos o complejo de superioridad de quienes fueron alojados por nosotros, lograron penetrar en nuestro ideario, sumando también la influencia y poder de los medios de comunicación, que ha sido usados para crear un estándar cultural en todo el planeta, destacando solo algunas culturas de las cientos de miles que existen.

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Ya hoy es un tema mas de resignación, de entender que aunque algunos se empeñen en decir que es de allá o de mas allá, yo insisto en decir que ya es de aquí, porque lo hemos asumido tan nuestro que puedo asegurar que nos apropiamos de ello.

Por ejemplo, hablando de hamburguesas ¿quién dice que es gringo?, las nuestras son tan particulares que solo en Venezuela se puede conseguir una hamburguesa con las características específicas de aquí, en cuanto a la pasta, somos el segundo país en consumirla en el planeta ¿por qué seguimos diciendo que es italiana? Ya tenemos nuestras maneras de comerla, los tomates secos, los shawarmas de esquina en esquina, el perrito, el antipasto, el quesito parmesano, el mozarella, la ensalada rusa, la crepes, la tortilla disque española, un sinfín de platos que ya son el día a día del venezolano, tanto del de a pie como del mas exigente y refinado.

Como lo dije, ya es cuestión de robarnos dichas culturas y apropiarnos de ellas y de usar nuestra creatividad para hacerlas cada vez mas venezolanas, enriqueciendo la nuestra, pero entendiendo que aunque la influencia es de mas allá, la interpretación, ejecución y creatividad es muy de aquí, que así como nuestra cultura ha ido siendo borrada sistemáticamente, también tenemos el deber de crear nuestra propia nueva cultura sistemáticamente, haciendo que la producción de alimentos deje de ser una imitación chimba y sea una creación propia, haciendo que el producto nacional sea competitivo y que el importado desaparezca no por falta de dólares, sino por exceso de creatividad y calidad en lo que somos capaces de hacer con lo de aquí.

Es deber de los habitantes de un  país sentir orgullo de lo que son, de lo que hacen y de lo que serán capaces de hacer, es  de los ciudadanos venezolanos hijos de c riollos o de extranjeros, sentirse y ser cada vez mas venezolanos, hacer que la bandera de lo produzcan en casa sea la de Venezuela y no mas la de otros países, ¿o es que no nos hemos dado cuenta que la cultura norteamericana que tanto idolatramos ha tenido la fuerza de apropiarse hasta de la pizza? La exhibe con su bandera, con barras y estrellas y se dan el tupé de llamarla American pizza, pero nosotros aún queremos portar las banderas que no nos corresponden, nos da como pena sentirnos venezolanos, apropiarnos de las influencias es también un deber, convertirlas en producto nacional es una obligación, ponerles nuestro acento y bandera es una necesidad.

DesdeLaPlaza.com/Rómulo Hidalgo