Lo que usted no sabía de Dilma

Dilma Rouseff

Es ávida lectora y fanática de «Game of Thrones«. Sin embargo, la presidenta puede también hablar encantada por largos minutos sobre un buen libro, del placer de recorrer las calles de Nueva York o Roma de incógnito -«eso solo puedo hacerlo en el extranjero»- o «la gran sensación de libertad» que le da andar en moto, como lo reveló en una cena con corresponsales la noche del martes en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, donde divulgó algunas facetas de su personalidad que pocos brasileños conocen.

«Vamos a huir», le dijo a un amigo funcionario del gobierno, cuando éste le ofreció un paseo en su Harley Davidson roja en agosto pasado y la mandataria burló la seguridad que custodia el Palacio para recorrer en el asiento trasero de la moto las calles de Brasilia, de incógnito.

Supersticiosa del fútbol

Normalmente reticente a dar entrevistas y dialogar con la prensa, Rousseff estaba animada con la goleada 4-0 de la Seleçao en el amistoso contra Panamá el martes, y las posibilidades de que la «canarinha« gane la Copa del Mundo que comienza el 12 de junio.

Enseguida salta del balcón a la sala, en busca de un banco para tocar madera. «Soy muy supersticiosa con el fútbol, como todos los brasileños», confiesa. Ningún rito se le escapará durante la Copa: tocar madera, llevar consigo un ‘ojo griego’ -dice señalándose la muñeca- y dedos cruzados durante todo el Mundial.

Rousseff dice que al brasileño, un apasionado por el fútbol, le gusta ver el partido con amigos, asando una carne y con una cerveza. Si la selección gana, saldrá a la calle a festejar, afirmó, defendiendo también el derecho de los brasileños a manifestarse pacíficamente.

Padura y «Game of Thrones»

«Sin leer no consigo dormir», explica al reconocer que los libros le quitan horas de sueño y que es devota de su Kindle, donde puede leer «muchos libros que no fueron traducidos» aún al portugués. Rousseff lee en francés, inglés y español, asegura a su lado el ministro jefe de Gobierno, Aloizio Mercadante.

La presidenta cita al cubano Leonardo Padura, con quien almorzó recientemente, al clásico belga Georges Simenon y al argentino Miguel Bonasso, perseguido durante la dictadura como ella.

De su pasado como ex guerrillera que sufrió cárcel y tortura, hace una breve mención al contar que haber vivido el Mundial de 1970 en la cárcel le enseñó a diferenciar entre fútbol y política: la selección es de la nación, no de un gobierno.

Mirar «cualquier película» y las novelas clásicas, especialmente de la BBC, son otro hobby, aunque también está al día de hits actuales, como la serial de HBO «Game of Thrones». De esta comenta que su actor favorito es Peter Dinklage, el enano Tyrion Lannister.

Con una convencida y argumentada defensa de las obras de infraestructura y su empeño en mejorar la distribución de la renta y la educación, Rousseff también muestra su lado de gerente. Defiende con su voz grave y cadencia intensa hasta el mínimo detalle técnico de cada uno de sus proyectos, las gigantescas vías férreas que cruzarán el país o el faraónico desvío del río San Francisco en el semiárido noreste.

La mandataria no deja dudas sobre quién está al mando, al corregir reiteradamente a los ministros que la acompañan.

Desde la Plaza/AFP / AMH