Un Nacho para vender el mensaje

En la semana previa al Día de la Juventud, la fracción opositora de la Asamblea Nacional tomó una decisión polémica: designó a Miguel Ignacio Mendoza “Nacho”, como orador de orden durante la sesión especial de esa efeméride. ¿Por qué Nacho? ¿Para qué? ¿Con cuál finalidad? ¿A quién se le pretende llegar con ese mensajero? Más importante aún, ¿cuál es el mensaje? El recurso de la credibilidad.

¿Recuerdan las publicidades de detergentes que ponen a una celebridad (cantante, conductor de televisión, actor, etc.) a lavar una prenda de ropa en medio de la calle? Lo que busca la marca, básicamente, es que el comprador se sienta atraído a adquirir el producto porque “si lo usa fulano de tal, entonces debe ser bueno”.

Esto, por supuesto, apela a las características positivas que se supone debe tener alguien famoso independientemente de que pueda tener antecedentes penales, ser traficante de droga o cantar canciones sin ningún tipo de contenido.

Este sencillo recurso es una vieja carta en la publicidad porque, al parecer, es efectivo. Según estudios, el 70% de los consumidores considera que un producto es más atractivo si es presentado por un personaje público.

Un nacho para mi mensaje

En los últimos años se ha puesto de moda un término en campañas electorales: el marketing político. Se trata de un conjunto de técnicas que conjugan la política, la sociología y la comunicación para “vender” un candidato de cara a unas elecciones. Sin embargo, si sirve para “vender”, ¿quién dice que no puede ser usado para vender un mensaje o una idea?

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Uno de los preceptos del marketing político es que existen diversos tipos de públicos “objetivos” y que hay momentos durante una “campaña” para llegar a ellos.  Generalmente, a los que no tienen claro su voto, no hacen vida política o están poco interesados en ella, el mejor momento para llegarles es cerca del cierre de campaña utilizando mensajes que apelen más a la emocionalidad que a los argumentos políticos por los cuales un candidato quiere llegar al poder.

A partir del 6 de diciembre el mensaje de Ramos Allup ha sido sacar a Maduro en un lapso de 6 meses para “recomponer el país”. Así que, cerca de 3 meses después, ¿en qué momento estamos?, ¿aparece súbitamente Nacho a mover emotividades o es parte de un plan?

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Mucho se ha dicho sobre si Nacho es “digno” o no de tomar la tribuna de oradores de la Asamblea Nacional. Que si es cantante de reggaetón, que si cantó “tú eres mi cachorrita” o que si no vive en Venezuela. Pero si nos vamos a lo pragmático a este cantante lo oye una amplísima audiencia joven, que va desde los 15 años hasta los 40 seguramente, tiene cerca de 2 millones de seguidores en sus redes sociales y su música suena en todo el continente.

¿Tiene más alcance Ramos Allup o Nacho dando un mensaje? Además de ello, Nacho no aterrizó súbitamente en el hemiciclo ese viernes.

Hace unos meses atrás estrenó uno de sus videos grabado en pleno Petare (mensaje 1: qué chévere es Nacho, graba en los barrios de Caracas, no le da asco la gente pobre, qué fino que muestra la otra cara del país). Luego, a través de una presunta fundación suya, le construyó una casa a una familia en Petare (mensaje 2: Nacho es un buen samaritano, hace lo que no hace el gobierno, quiere solucionarle los problemas a los pobres, quiere combatir la pobreza).

Después, tuvo un “incidente” en el Saime, donde supuestamente le negaron atención para sacar una cédula (mensaje 3: pobre Nacho, el gobierno lo está acosando porque hace más con sus recursos que ellos). Después, otro “incidente” en el aeropuerto con su pasaporte luego de su alocución le impide salir del país (mensaje 4: Nacho es un perseguido político, le tienen miedo).

Finalmente, se presenta en un concierto-mítin político por la “libertad” y reitera “su” mensaje: que Maduro debe renunciar.

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Reitero, si Ramos Allup habló de seis meses tope, ¿en qué momento estamos? No es la primera vez que un conjunto de artistas se suman en una campaña contra este gobierno. Ya en 2014, durante las guarimbas de febrero se montaron sobre la campaña “SOS Venezuela” que de hecho tuvo su lobby internacional en los Oscar con Jared Leto y una serie de cuñas grabadas en México con actores de ese país y de otras nacionalidades.

Curiosamente ninguno de ellos se sumó a las protestas contra el gobierno de Peña Nieto por los 43 desaparecidos de Ayotzinapa (ni por ninguna otra causa, si a ver vamos).

No sé si Nacho tiene algún tipo de interés de incursionar en la política, pero ya lo hemos visto en otros casos: en el momento en el que deje de ser útil para la oposición será descartado. Mientras tanto, con su influencia puede llegar a un público que necesita ser sensibilizado y movido para apoyar un objetivo que no necesariamente es legal Si la intención, como a todas luces se ve, es tumbar a Maduro, pues estos artistas son guantes quirúrgicos que están usando antes de meter las manos en el barro. Y ya sabemos que esos guantes son desechables.

DesdeLaPlaza.com / Simón Herrera