Punto de quiebre (2015) La fabulosa aventura de ser Edgar Ramírez

Es obvio que la expectativa por ver al actor venezolano en otra producción de Hollywood, es el elemento fundamental del público criollo para fijar la vista en Punto de Quiebre (2015) remake de la cinta homónima de 1991. El filme está protagonizado también por Luke Bracey, quien interpreta a Johnny Utah, encarnado en 1991 por Keanu Reeves, un agente del FBI quien entra encubierto en una banda de ladrones cuyo líder es el personaje de Ramírez (Bodhi), rol antes interpretado por el fallecido Patrick Swayze.

De la solvencia del actor venezolano no hay duda, su camino ascendente en Hollywood es simplemente la consecuencia de su carisma y talento.

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Su admirable periplo cinematográfico que incluye trabajos en películas como Saluda al diablo de mi parte (2011) de Carlos Esteban y Juan Felipe Orozco, la francesa Carlos (2010) de Olivier Assayas, que le valió una nominación a los Globos de Oro, entre otros reconocimientos, Libertador (2013) de Alberto Arvelo y la próxima a estrenarse Joy (2015) dan muestras de su empeño por llevar su carrera a otro nivel. Tan solo por esto, su nueva incursión en el cine de acción (ya lo había hecho en Domino en el año 2005 bajo la dirección del fallecido Tony Scott) no deja de ser una oportunidad para disfrutar de un trabajo bien hecho, al menos en lo que corresponde a su participación.

Esta versión de Punto de quiebre dirigida por el joven Ericson Core tiene algunos puntos débiles que se ocultan detrás de la adrenalina que despiertan los deportes extremos, su bella fotografía y las entretenidas escenas de acción.

Sabemos que una película de este tipo se suscribe a un género cuya mayor característica no es la profundidad o una alta dosis de reflexión, sin embargo, esto no significa que no deba dársele importancia al guión, el cual es el sustento de cualquier cinta. De las ideas trazadas en él surge la posible profundidad de los personajes, sus características y dimensiones, las cuales son, a fin de cuentas, las que ayudan al público a aceptar como verosímil aquello que se le narra.

Una película es, mas allá de los efectos especiales, la narración de una historia, la cual debe implicar la muestra de una o varias situaciones que se van resolviendo –o no- al momento en que avanza el filme.

Un ejemplo de esto son las películas de acción dirigidas por Antoine Fuqua (Día de entrenamiento 2001, El protector 2014, Los amos de Brooklyn 2009), quien no deja de lado la adrenalina y mantiene historias cuyos personajes son absolutamente verosímiles y cercanos. En el caso de Punto de quiebre, mas allá de las buenas actuaciones de Edgar Ramírez y Luke Bracey, algunos huecos no se llenan, gracias a los diálogos poco convincentes y otros desaciertos que recaen precisamente en el libreto.

Sin embargo, la película no permite que pierdas el interés en las situaciones más absurdas, precisamente por la adrenalina que se alimenta en cada escena: «No tengo complejos intelectuales. Cuando rechazo una película es porque no hubo conexión. No quiero hacer películas por las razones equivocadas o porque creo que le va a ir bien en taquilla, va a ganar premios o se va a presentar en los festivales más importantes del mundo. Eso no tiene que ver con el oficio del actor, son categorías externas que solo producen frustración y yo no me dediqué a esta carrera para vivir bajo la amenaza constante de terminar frustrado. Decidí ser actor para divertirme» dijo Edgar Ramírez para El Universal el pasado domingo.

Esa diversión de la que habla la promesa cumplida que ha terminado siendo el actor venezolano, se encuentra presente en la cinta cuyo mayor mérito se concentra en su amplia posibilidad de generar entretenimiento.

DesdeLaPlaza.com / Luisa Ugueto L @Luisauguetol