El MoMA organiza un programa de ‘urbanismo de guerrilla’ para seis megaciudades invivibles

En 2024, según las previsiones demográficas de la ONU, la población mundial alcanzará la cifra asombrosa de 8.000 millones de personas —ahora, como se puede comprobar en este medidor en tiempo presente, superamos las 7.000—. El crecimiento avanza a ritmo frenético: el mundo llegó a 1.000 millones de habitantes en el año 1800; en 1930 tenía 2.000; en 1959, 3.000; en 1974, 4.000; en 1987, 5.000 y en 2011, 6.000.

En la actualidad la cifra de habitantes crece a un ritmo más o menos sostenido de 80 millones por año. Cuando lleguemos a los 8.000 millones de terrícolas, más de 5.000 habitarán en megaciudades, aquellas con más de tres millones de habitantes.

Ahora hay en el mundo casi un centenar de metrópolis que alcanzan la cifra, pero en la próxima década la cantidad quizá se duplique y, sobre todo, aumentarán de manera drástica los censos de algunas ciudades asiáticas y africanas. Es paradigmático el caso de Bombay (India), que pasará de los 18,2 millones de habitantes de ahora a 26,4.

La mayoría de los 5.000 millones de vecinos de las megaciudades del futuro cercano «serán pobres y tendrán recursos limitados». Este «crecimiento desigual» se presenta como «uno de los mayores desafíos que enfrentan las sociedades de todo el mundo». Durante los próximos años y para evitar el caos anunciado de las superciudades invivibles las autoridades municipales, los urbanistas, diseñadores y economistas «tendrán que unir sus fuerzas para asegurar que estos enclaves urbanos en expansión siguan siendo habitables».

Este es el planteamiento de partida del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) para Uneven Growth: Tactical Urbanisms for Expanding Megacities (Crecimiento irregular: tacticas de urbanismo para megaciudades en crecimiento), una actividad que no es del todo expositiva y, aunque no abandona la exhibición de material de referencia —hasta el 10 de mayo de 2015—, se fundamenta en el trabajo cooperativo de arquitectos y urbanistas para unir fuerzas e intercambiar conocimientos para que las ciudades puedan superar el reto con el mínimo daño.

En proyectos de desarrollo basados en el urbanismo blando —también llamado táctico o de guerrilla, que busca soluciones parciales que puedan extenderse con facilidad y sin grandes dificultades burocráticas o administativas— y las estrategias sostenibles para cada ciudad han trabajado durante el último año un par de oficinas de arquitectura y diseño urbano que han planeado escenarios que busquen mejorar el equilibro social.

Los arquitectos deben asumir un papel cambiante en la nueva realidad «Si alguien busca soluciones definitivas, perfectas y radicales, este no es el lugar», explica Gadanho. Las iniciativas propuestas tienen en cuenta las desigualdades y buscan que los arquitectos asuman el «papel cambiante» que «deben ocupar en la nueva realidad (…) Pedimos a cada equipo que considerase cómo las formas emergentes del urbanismo táctico pueden responder a los problemas de las alteraciones en el medio ambiente, los espacios públicos, la vivienda, la movilidad, la justicia espacial…».

Intervenciones de guerrilla’ Todos los profesionales implicados debían adherirse a los dictados del urbanismo táctico, una escuela basada en el pragmatismo y las «intervenciones de guerrilla» que promueven «cambios a corto plazo que pueden estimular el proceso político hacia la realización progresiva de redes de cambio de mayor alcance». 

Desde la Plaza/20 Minutos/AMH