El perro siempre será el mejor amigo del hombre: lo lleva escrito en los genes

Puedes comprarte un canario, un hámster o un gato, pero ninguno de ellos demostrará la misma alegría que un perro cuando llegues a casa. Tanto los movimientos de su cola como los lengüetazos que dedica a su dueño son el resultado de su evolución genética y del funcionamiento de su cerebro.

Un reciente estudio de un neurocientífico de la Universidad de Emory en Estados Unidos ha revelado que un área del cerebro de los canes les permite reconocer rostros de forma similar a lo que ocurre en primates. Pero este nuevo hallazgo no es el único que convierte a estas mascotas peludas en el perfecto compañero.

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El mismo investigador, líder del Proyecto Perro, ha demostrado que los canes pueden discernir el olor de su dueño y que produce una respuesta de recompensa en su cerebro más fuerte que la causada por la fragancia de otro perro o un humano extraño. De ahí que se pongan tan contentos cuando regresa a casa.

Además, sus genes tienen bastante que ver en su efusiva reacción. Los lobos también lamen el rostro y el cuerpo de sus compañeros para comunicarse con ellos, en función de la relación que les une. La especie tiene un ancestro común con los perros, aunque las dos líneas evolutivas se separaron hace más de 10.000 años.

Aunque aún comparten costumbres, los canes (domesticados por el hombre) se han vuelto más confiados, por eso se muestran más cariñosos incluso con extraños. La agresividad de los lobos es en parte debida a su miedo y desconfianza.

DesdeLaPlaza.com/Ciencia Explora/AMH

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