¿Los asesinos nacen o se hacen?

El Dr. Cesare Lombroso, que ha sido llamado «el padre» de la criminología moderna, estudiaba a los delincuentes encarcelados en Turín allá por 1870. Estaba convencido de los delincuentes estaban un escalón por debajo en la evolución, una regresión a un tipo de hombre primitivo o infrahumano.
Después de años de estudio, llegó a la conclusión de que se podía identificar a un asesino por la forma de su cara y por la longitud excesiva de sus brazos «simiescos».
«Las orejas de un criminal«, escribió, «son a menudo de gran tamaño». «La nariz es frecuentemente respingada o achatada en los ladrones. En los asesinos suele ser aguileña como el pico de un ave de presa».

Desafortunadamente, detectar a asesinos potenciales no resultó tan simple como esperaba Lombroso y sus hallazgos «científicos» pronto fueron desacreditados.

Pero este fue el inicio de una investigación que ha continuado por más de un siglo para averiguar si los criminales, en particular los homicidas, tienen cerebros diferentes al resto de las personas.

DesdeLaPlaza.com/BBC/AMH

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