Se viene Massiani

Uno de mis mayores arrepentimientos es no haber llegado a Francisco Massiani como el resto de los demás: en mi adolescencia. Por cuestiones del azar, mi paso por el bachillerato me encontró con muchos otros autores, pero ninguno de ellos fue Massiani. El tiempo siguió pasando mientras me iba perdiendo de esta leyenda viviente de las letras venezolanas.

Piedra de Mar, publicada por primera vez en 1968, es una de las novelas más celebradas de la literatura nacional. Massiani sólo tenía 24 años cuando la editaron y está calificada como “juvenil”. Su protagonista es un adolescente en vías de convertirse en escritor, pero más allá de eso, Francisco más allá de sus 70 sigue y seguirá siendo un adolescente. Me siento, entonces, adolescente también leyendo Piedra de Mar.

Para suerte mía, me enteré que en febrero de este año llegará a las salas de cine el documental Francisco Massiani: breve y arbitraria historia de mi vida dirigido por Manuel Guzmán Kizer.

No me lo quiero perder con su barba espelucada, sentado sobre su cama mientras teclea tembloroso en su vieja máquina de escribir. No me quiero perder de este viaje seguramente maravilloso a través de su ventana de marco blanco, por la que se deja bañar con los rayos del sol, con el pantalón abierto y la correa de cuero desamarrada. Allí se dice ser su peor enemigo, dice que no le gusta el final de nada, mientras lo muestran sobre su silla de ruedas a la orilla de la playa.

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Presiento que en ese documental podré encontrarme con Cara ‘e Corcho y escuchar en la voz de Massiani, ese rebelde desaforado, cosas como esta:

“A propósito de escribir, debe ser dificilísimo para esos pobres infelices hacer una novela. Ahora me doy cuenta. Lo digo a propósito de lo que debe contarse y lo que debe olvidar un escritor. Lo que quiero decir, a ver si alguna vez me explico como Dios manda, es que ignoro lo que debe darse lugar en las páginas y lo que hay que dejar a un lado. Supongo que debe ser lo más importante de la vida. Pero, entonces, ¿qué es lo más importante en la vida? Ya no lo digo por lo de la novela. Lo digo por mí. Lo digo porque me ocurre que no sé qué debo tomar de la vida. Lo digo porque no sé qué es más importante, en serio, si el árbol que está frente a mi casa o la calentera de la playa. Supongo que lo de la playa. Pero, bueno. Supongo que tampoco es importante. Y ya estoy cansado de escribir la palabra ‘importante’.

Cuando repito demasiado una palabra, termina por hastiarme de tal manera que todas las palabras me parecen un asco. Recuerdo que cuando escribía el diario, cuando me dio por y que escribir el diario, yo quería escribir de tal manera que necesitaba sentir el árbol. Necesitaba verlo en el papel, pero eso es dificilísimo y tenía que repetir y repetir una frase hasta que sentía que las palabras olían a rata podrida y todo me daba asco. Yo creo que se debe a que tú quieres meterte en la palabra. O sea que necesitas recordar el árbol tan bien, que pueda imprimirse el sabor de árbol, y para lograrlo debes meterte a ti dentro de la palabra, y si repites mucho la palabra, se machuca tanto que no queda de ella más que una cosa aplastada.

Una cosa estropeada que no significa nada, y como tú estabas dentro de la palabra, te machacabas y quedabas tan destrozado como el sentido que tenía. No sólo el contenido de la palabra se evapora, sino que te evaporas tú con ella, y todo lo que tú eres. Se los cuento porque ninguno de ustedes ha intentado estúpidamente, como yo, escribir un diario o una novela. Y ahora, en cierto modo, lo comprendo: nosotros no somos personajes extraordinarios”.

Tal vez sean fantasías mías y Cara ‘e Corcho no sea Massiani y el héroe de mi tardía iniciación no se asome durante la película. Pero tal vez sí. Lo sabremos en febrero, que ya falta tan poquito, cuando podamos ir al cine para impregnarnos en un Massiani inmenso, metido en la pantalla de cine.

Mientras eso ocurre, si cometieron el mismo error involuntario que yo, están a tiempo de encontrarse con Piedra de Mar y enamorarse de Massiani como yo lo hice. Se lee de un solo empujón, ya lo verán.

 

DesdeLaPlaza.com/Gipsy Gastello

@GipsyGastello