El planeta de la obesidad

Un tercio de la población mundial tiene sobrepeso o es directamente obesa. La llamada epidemia del siglo XXI, además, ha dejado de ser algo de ricos. Según un ambicioso estudio publicado en la prestigiosa revista médica The Lancet, los países en desarrollo presentan las mayores tasas de crecimiento de la obesidad. Hay países donde más del 80% de sus habitantes están gordos. Y los expertos no ven signos de que la tendencia vaya a cambiar.

La obesidad provoca la muerte de más de tres millones de personas al año y el deterioro de la calidad de vida de muchos millones más. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tenía como objetivo acabar con el crecimiento de la epidemia en 2025. Pero un amplio estudio en el que han participado más de 150 expertos no deja margen para el optimismo.

El trabajo muestra que en los últimos 30 años, el número de personas con un exceso de kilos no ha dejado de aumentar. Si en 1980, había 857 millones de humanos con sobrepeso u obesidad, en 2013 se superó la cifra de los 2.100 millones. Con datos procedentes de unos 2.000 estudios e informes, los investigadores han podido crear el mapa de la gordura mundial.

«A diferencia de otras amenazas globales a la salud, como el tabaco o la nutrición infantil, la obesidad no está disminuyendo en el mundo”, decía en una nota la profesora de la Universidad de Washington y principal responsable de la investigación, Emmanuela Gakidou. “Nuestros resultados muestran que el aumento en la prevalencia de la obesidad ha sido significativo, generalizado y se ha producido en un corto espacio de tiempo”, añade.

En efecto. Ninguno de los 188 países analizados han adelgazado en los últimos 30 años. De media, el incremento combinado del sobrepeso y la obesidad en adultos ha crecido un 27,5% y lo que es más alarmante, un 47,1% en los niños. Para los primeros, la OMS considera sobrepeso tener un índice de masa corporal (IMC) de 25 kg/m2 o superior. Para ser obeso hay que llegar o superar los 30 kg/m2.

Se podría pensar que la epidemia es propia de los países más avanzados pero es una verdad a medias. En sociedades tan satisfechas como la estadounidense, más del 70% de la población tiene sobrepeso. La cifra es similar a la de otras naciones anglosajonas como Australia o Nueva Zelanda, pero son Islandia y Grecia las sociedades desarrolladas con una mayor tasa de sobrepeso y obesidad. En España, las cifras se quedan en el 60,2% y el 20,2% respectivamente, siempre con datos referidos a los mayores de 18 años.

Pero los países ricos partían de niveles más altos en 1980 y, según el estudio, presentan un ritmo de crecimiento más lento, algo lógico por otra parte. Sin embargo, en las naciones en vías de desarrollo es donde el incremento casi es explosivo. Llama la atención que en algunos estados petroleros como Kuwait o Qatar, el 75% de sus ciudadanos adultos tienen sobrepeso y casi la mitad son obesos.

Si se descuenta a las ahora ricas sociedades del petróleo, se observa que incluso los países que antes no tenían problemas con los kilos, como China o India tienen tasas de crecimiento muy altas. La segunda se acerca al 20% de la población con sobrepeso y la primera al 30%. Sin embargo, es en las islas del Pacífico donde la epidemia es ya global.

En Samoa y Tonga, por ejemplo, ocho de cada diez adultos tiene sobrepeso y el 50% de la población adulta es obesa. El caso de Micronesia viene siendo estudiado por los científicos desde hace tiempo. Hay quienes señalan que su milenaria dieta de fruta y pescado ya se había integrado en sus genes que, con la imposición de la dieta occidental, muy rica en grasas y azúcares, no saben como lidiar con ella.

Los países que presentan menos niveles de sobrepeso y obesidad son todos del África subsahariana. En Etiopía, Ruanda o Uganda apenas hay gordos. Las hambrunas o las guerras se han encargado de ello. En este grupo también habría que incluir a Corea del Norte, donde apenas el 4% de la población tiene sobrepeso, frente al 37% de su vecino del sur.

Aunque los autores del estudio no han querido entrar en el porqué de estas cifras, la propia OMS culpa al abandono de las dietas tradicionales en favor de una dieta hipercalórica y a la sedentarización como principales causas del problema. En cuanto a la segunda, la solución es sencilla: hacer ejercicio. Pero la primera está más complicada ya que intervienen fenómenos como la dominación de la cultura y los intereses de la industria occidental.

En un comentario al estudio de The Lancet, el profesor de la Universidad de Oxford y asesor del Gobierno británico en obesidad, Klim McPherson, ponía el ejemplo del Reino Unido. Para recuperar el IMC de 1980, los británicos deberían reducir su consumo en un 8%, lo que costaría a la industria alimentaria unos 10.000 millones de euros al año. Y se preguntaba: “¿Algo así es posible es un mundo neoliberal competitivo?”.

Desde la Plaza/ THP/AMH