«Permacultura» para volver a la naturaleza

Antes del año 1900, en todas las ciudades existían granjas y huertos frutales. En el mundo moderno, si bien todavía se pueden encontrar algunos vestigios de este tipo de productividad en los países en desarrollo, las ciudades actuales requieren de edificios comerciales, industrias y espacios para vivienda que han empujado a los cultivos de alimentos a las afueras de las mismas, a zonas distantes. Las ciudades no tienen la capacidad de proveerse a sí mismas alimentos y energía, pues consumen mucho más de lo que producen.

La permacultura urbana apunta a que se vuelva a producir alimentos en áreas urbanas, y a rediseñar o remodelar los edificios para que no solo ahorren sino que produzcan su propia energía, de manera segura. Busca el diseño que integre armónicamente la vivienda y el paisaje imitando las relaciones que se pueden encontrar en la naturaleza, buscando el mayor equilibrio ecológico posible.

Las tres grandes temáticas de esta práctica son: la construcción de casa con barro o adobe, la huerta orgánica o los cultivos biodinámicos y la generación de fuentes de energía limpia.

 

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Los principales impulsores de la permacultura en América Latina se encuentran en Argentina, al punto de existir varias asociaciones y fundaciones que buscan establecer este sistema como su estilo de vida, a través de teorización y práctica permanente.

La aldea de permacultura más grande se encuentra a pocos kilómetros de Buenos Aires, se llama Ecovilla Gaia y cuenta con 20,3 hectáreas de terreno con construcciones totalmente ecológicas, viviendas, talleres especiales para la bioagricultura y trabajan con Las tres grandes temáticas de esta práctica son: la construcción de casa con barro o adobe, la huerta orgánica o los cultivos biodinámicos y utilizan fuentes de energía limpia como la eólica y la solar.

 

Desde La Plaza/permacultura.com/AH