No soy asexuado

En torno a la sexualidad de las personas con discapacidad en Venezuela existe innumerables mitos, generalmente se piensa que una persona con esta condición es un ser asexuado.

Recibí un email de un chico venezolano con discapacidad y en sus líneas expresaba que no era asexuado, que deseaba tener información de cómo manejar su sexualidad. Por lo tanto, el primer paso para favorecer un cambio de actitud, entender la necesidad y el derecho de las personas con discapacidad a una vida sexual es replantearnos nuestra concepción de la sexualidad y la afectividad.

Somos seres sexuados, la sexualidad no se reduce sólo a actividad sexual o centrada en lo coital, no debe reducirse sólo a determinadas conductas y en determinados contextos, es necesario considerar también la importancia que tienen los afectos en nuestra sexualidad, tocarse, abrazarse, enamorarse, fantasear, son también conductas sexuales comunes a todos los seres humanos, tengan o no una discapacidad. No hay una única forma de vivir la sexualidad, existen tantas como personas.

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El momento de aparición de la discapacidad, así como el grado de discapacidad, inciden en la percepción que los familiares tienen de la necesidad de abordar los temas relacionados con la sexualidad.

Así, cuanto antes se produce el diagnóstico, con todas las connotaciones asociadas y por otro lado, cuanto mayor es el grado de discapacidad, menos probabilidad existe que la sexualidad y la educación sexual sea una prioridad en las preocupaciones familiares. Una vez más, estos dos factores se encuentran muy relacionados con la sobreprotección familiar.

Casi siempre es el miedo y el deseo de protección, lo que lleva a las familias, con la mejor de las intenciones, a sobreproteger a su hijo o hija con discapacidad, así, se consigue en muchos casos infantilizar de forma artificial al adolescente o adulto, se niega o ignora la sexualidad, como si así se lograra hacerla desaparecer, se controlan los ambientes, reduciendo las posibilidades de intimidad a la mínima expresión y, como consecuencia, se niega la educación sexual, quedando esta reducida a una serie de mensajes negativos y prohibiciones, casi siempre muy apegadas al modelo sociocultural. Todo esto suele conseguir que los chicos y chicas tengan una visión muy distorsionada de lo que es la sexualidad.

Sin obviar que estos son algunos de los temas a conversar teniendo en cuenta que cada persona es diferente, que los ritmos de aprendizaje y evolución pueden diferir, algunos puntos clave son: diferenciar lo público y lo privado y qué tipo de conductas pertenecen a cada contexto, incluir en esta clasificación también las partes del cuerpo, así como la distancia interpersonal adecuada, los límites, los besos y abrazos. Anatomía, conocer el propio cuerpo y el del sexo opuesto. Incluir nociones de higiene personal y autocuidado. Menstruación, erecciones nocturnas, masturbación, juguetes sexuales y ayuda de un auxiliar sexual.

En países como España y Argentina se han debatido sobre la figura del auxiliar sexual es una persona que, después de atravesar un proceso de capacitación, pueda acompañar a hombres o mujeres con discapacidad, en explorar su sexualidad, afectividad y eróticamente. Buscar ayuda con un especialista en el área de sexología puede ayudar a manejar el tema de manera natural en el entorno familiar.

DesdeLaPlaza.com /Rina Morales Mera – Orientadora En Sexología – @Rinamoralesmera