No es coba la guerra, mi pana, de Colgate, Firestone y Jhonson&Jhonson 

¿A cuál argumento banal recurrirá ahora ese sector del país que a sabiendas de que existe una guerra económica contra el pueblo, se empeña en negarla, como parte de una actitud cuestionadora y ocultadora que justamente es parte de ese plan desestabilizador cuyos autores tienen nombre y apellido?

La pregunta surge a raíz de las develaciones hechas en los últimos días en diferentes y reconocidos medios de difusión, entre ellos desdelaplaza.com, en los que famosas trasnacionales figuran como centro del dedo acusador.

Colgate-Palmolive, Firestone, Pirelli y Jhonson&Jhonson conspiran de frente contra la democracia venezolana de acuerdo al testimonio de las y los trabajadores de esas firmas, quienes -por descarte- son las y los voceros idóneamente facultados para hablar con propiedad del asunto. Como dijo Martí: conocen al monstruo desde sus entrañas. 

Cuando precisamos que conspiran, lo hacemos con la responsabilidad que ello conlleva: conspiran y punto.

Si no es así, ¿cómo se explica que se elaboren más toallas sanitarias de uso diario en lugar de las mensuales, indiscutiblemente más requeridas? ¿cómo interpretar que se produzcan más cauchos para tractores y camiones, y no para vehículos pequeños y camionetas por puesto que son los más demandados? ¿cómo es eso de que se genera lavaplatos en envases de 5 litros que bien caro es, pero no el de presentación pequeña que es el más económico y de uso popular?

Según la declaración de las y los denunciantes, no existe justificación alguna para que tales ritmos de producción en las empresas mencionadas, sean las que imperen. Afirman ellas y ellos que el aparato industrial instalado está en capacidad de cumplir con la demanda exigida por los y las consumidores de todo el país, con dólares de ¡todas y todos los venezolanos!

Este balance irradia una inquietud lógica y por demás pertinente: ¿espera la gente acción contundente del Gobierno? La respuesta es obvia y proyecta otra: ¿debería el Gobierno apretar la tuerca? También es obvia la respuesta e invita a una tercera y última, por ahora: ¿es momento de que la clase obrera asuma las riendas de esas compañías y las ponga a trabajar al cien por ciento en beneficio de la población? Yo digo que sí ¿y usted?

¡No pasarán!

DesdeLaPlaza.com/Ildegar Gil