Estadio Nacional de Chile fue una prisión del «horror» durante Pinochet

El Estadio Nacional de Chile, donde se inauguró la Copa América 2015 este pasado jueves, décadas atrás fungió como «una cárcel» tras el golpe militar de Augusto Pinochet, quien lideró la dictadura de esa nación suramericana entre 1973 y 1990, según un artículo del diario español, El País.

Véase también: Así lucen los 9 estadios de la Copa América Chile 2015

En un fondo de estas instalaciones deportivas, se encuentra un sector de gradas hecho de madera, que está rodeado no precisamente por una valla publicitaria sino por unas rejas. En la parte superior, está escrita la frase “Un pueblo sin memoria es un país sin futuro”, lema que un grupo de ex presidarios políticos de la dictadura militar seleccionó para convertir ese sector del coliseo deportivo en un espacio para cometer actos inhumanos.

En ese lugar vivieron 20 mil personas, en lo que fue un improvisado campo de concentración durante dos meses: entre el 12 de septiembre de 1973 (un día después del golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet) y mediados de noviembre.

El vomitorio número 8, predilecta de los presos

Este sector del estadio, era la escotilla o el vomitorio número 8, lugar preferido de los presos, porque desde allí podían ver a los familiares desesperados que se concentraban en la parte externa para comunicarse con ellos a través de señas.

“Los presos se quitaban una prenda reconocible y la levantaban en brazos para que sus seres más queridos estuviesen tranquilos después de días buscándoles”, explicó a este diario la presidente del colectivo Wally Kunstmann.

Kunstmann, vivió en carne viva el espanto de las cárceles, los golpes y la desesperanza cuando una de las personas “de izquierda” a las que había protegido en casa de sus padres, reveló su nombre a los carabineros.

Todavía quedan secuelas en este espacio

A pesar de que las paredes del vomitorio han sido pintadas al menos en cuatro ocasiones, desde entonces, aún puede apreciarse el relieve de las iniciales y los palitos con los que los prisioneros (usando clavos o llaves) indicaban cuántos días llevaban allí para no perder la noción del tiempo.

“Aquí no torturaban”, dijo Kunstmann en referencia a este espacio, cuyas paredes repintadas exhiben fotos de supervivientes, fallecidos y torturados que colocan el fútbol en segundo plano.

“Las peores torturas se hacían en el Velódromo. Llamaban a la gente, uno por uno, desde aquellos altavoces y se los llevaban por la puerta del Maratón. Volvían rotos, cansados, o no volvían. A algunos los tiraban en el río Mapocho, o en los canales de riego. Un compañero nuestro despertó a los tres días rodeado de cadáveres” añadió.

«Nunca debió usarse para esto»

El mismísimo director ejecutivo de Icardi Producciones, Esteban Icardi, indicó que este recuerdo del horror está «integrado» en el estadio y que no hace falta insistir en él durante los actos inaugurales.

“Está ahí, a la vista de todos” añadió el ejecutivo, quien seguidamente aseveró que “la iluminación de ese espacio restaurado será muy sutil, respetuosa, y será parte de la fiesta. Nunca debió de utilizarse para eso, pero es nuestro estadio, y mientras no se demuela y haya otro es un lugar de respeto y de oración para muchos. Un lugar del deporte” sostuvo Icardi.

Relatos de un sobreviviente

Manuel Méndez, quien tiene 67 años y pasó 50 días apresado en uno de los vestuarios contiguos a la escotilla, donde 300 personas convivían en este espacio dijo: «¿Ve usted esa estantería? Aunque le parezca mentira, algunos se las arreglaban para dormir ahí; les hacíamos barreras con los cinturones para que no se cayeran al suelo».

Méndez  planteó que “en cualquier otro país este estadio sería un museo… Pero no tenemos otro”.  Además, evocó  que aquellos días fríos de septiembre “con unas corrientes horribles de aire” las gradas lucían “llenas, como si hubiese un partido” y que “te pegaban siempre, por cualquier cosa: cada vez que se abría la puerta, algo espantoso podía ocurrir”.

Allí el ex recluso cumplió en ese vestuario inhóspito 25 años.   “Todos los 9 de octubre, aunque mis queridos nietos me cocinen tortas, me emociono al recordar el regalo que me hicieron mis compañeros: dos hallullas -panecillos con mucha miga- con un fósforo encendido encima» agregó.

«¿Usted sabe el sacrificio que era eso en aquellos momentos? Era pan robado, con mucho riesgo… Nos los repartíamos religiosamente, estaba prohibido comer antes de que todos tuvieran su pedazo. Tengo el sabor de esas migas en mi cerebro. No sé si probaré algo más rico antes de morir” precisó Méndez. 

Dejó con la mano extendida a Pinochet

La utilización del coliseo deportivo como campo de concentración concluyó en noviembre, porque debía disputarse el partido de repesca al Mundial de 1974 contra la Unión Soviética, que se negó a viajar para jugar el encuentro por razones políticas.

Los jugadores chilenos, sin contrincante, sacaron de centro y metieron un gol.  Chile jugó ese Mundial. “Pero los jugadores no tenían la culpa, a nosotros nos encanta el fútbol”, recordó Kunstmann, quien mencionó a Carlos Humberto Caszely, porque fue el único jugador de la selección que  no estrechó la mano con  Pinochet cuando despidió a la selección antes de viajar a Alemania.

 

DesdeLaPlaza.com/El País/KC