Cine saturado de solemnidad

Afirmar que hacer reír es un arte menor ha permitido que se llene la cartelera de dramas insufribles que apelan a la lágrima fácil

Los críticos de cine frecuentemente llaman “arte” a  películas dramáticas que exponen temáticas polémicas: muerte, homosexualidad, feminismo, machismo, dramas familiares, cintas históricas, amores tormentosos, problemas emocionales, crímenes, etc. Pocas veces una cinta que haga reír  será definida de ese modo, ya que la mayoría de las veces la risa no se toma en serio.

Al momento de las premiaciones anuales, las nominaciones son la mayoría de las veces para películas dramáticas. Al parecer los críticos, la Academia y quizás también el público cinéfilo catalogan al cine de risas como simplista y no merecedor de premio alguno.

Afirmar que hacer reír es un arte menor, ha permitido que se llene la cartelera de dramas insufribles que apelan a la lágrima fácil para conmover y lo que es peor lo logran. Al menos con cierto tipo de público –y críticos- que los ensalzan solamente por los temas que plantean.

No es novedad que el drama como género se encuentre casi siempre por encima de la comedia, pero en los últimos tiempos la calidad de muchos está en tela de juicio.

Hace pocos días intenté ver Euphoria (2017) de Lisa Langseth y no soporté más allá de los primeros cuarenta minutos. ¿La historia? La de siempre. Alguien se está muriendo de cáncer y necesita organizar su vida y enfrentar a su familia.

Los diálogos de esta cinta podrían ser los de cualquiera con igual temática. Las películas con enfermos de cáncer que quieren redimirse se producen en serie. Escena tras escena el filme se parece muchísimo a otros con un argumento similar, incluso la fotografía es análoga a la de esas cintas europeas donde alguien llora en sepia.

En un mundo donde las malas noticias son el pan de cada día, acudir a una sala oscura para ver los problemas de tu prójimo, sus tormentos emocionales y otras tragedias no parece un buen plan de fin de semana. Sobre todo si notamos que las intenciones de los realizadores no son legítimas, y que simplemente usan un sinfín de lugares comunes para atrapar a la audiencia con una cinta “conmovedora” que expone “la realidad” con “crudeza”.

Irónicamente no hay nada más definitivo y más serio que hacer reír. Y también nada más necesario y complejo.

Hacen falta muchas más cintas de risas que manejen el humor con sensatez. Es una realidad: extraño reírme en el cine.

@luisauguetol