Desocupación: la espada de Damocles

La espada de Damocles representa el peligro de sufrir una tragedia en forma inminente. La espada pendía sobre Damocles atada con una crin de caballo. La desocupación pende sobre nosotros atada por el deseo de poder de los ricos.

 

En un mundo donde para subsistir es necesario más que nunca trabajar, para poder obtener el capital necesario y, adquirir los bienes tales como alimentos, abrigo y bienestar en general. El trabajo no debería faltarle a nadie y, el mismo tendría que ser considerado un derecho humano. Nadie podría no tener trabajo y no cubrir las necesidades básicas de la vida.

Lamentablemente ese dinero que se obtiene como fruto del trabajo dejó de ser un medio para facilitar transacciones y pasó a ser un fin en sí mismo y, aunque para muchísimas personas hay que trabajar para ganarse la vida, para otros basta con juntar la plata. Esos pocos que juntan el dinero no se conforman con sólo eso, también desean el poder que ese capital representa. Así teniendo mayor poder, desean a su vez más dinero, que les hace desear más poder, hasta que nada los satisface.

Son los que hablan de finanzas, inversiones y. mienten que piensan en el prójimo y en la humanidad. Sólo piensan en juntar más dinero para tener más poder. Muchos pensaran que habiendo más trabajo van a ganar más dinero. Pero son tan egoístas y mezquinos que no piensan así. Como el obrero ve que trabajando más, el que sólo pone dinero (que en sí es la gran falacia, ya que pone algo que inventó para tener más dominio) gana más, le piden que de esa ganancia de una parte para los que hacen ese plus de riqueza y no, el que quiere el poder quiere todo. ¿Qué hace? Aumenta la desocupación. Si existe un gran porcentaje de desocupados que no tienen ningún ingreso, es difícil pedir aumentos. La frase que estos monjes del poder dicen es: “esta la plata que hay por su trabajo, sino quiere hacerlo detrás suyo hay cientos que lo hacen por la mitad”. Cientos de desocupados que para poder comer harían los trabajos más indignos.

De esa manera, la desocupación se convierte en la espada de Damocles moderna, que pende de una hebra de algodón. Espada colgada por el sistema financiero-capitalista y acomodada por los gobiernos sobre las cabezas del pueblo.

Luchar para que esa espada no cuelgue más, no sólo es necesario, sino lo principal, para que el pueblo pueda acceder a una educación, una salud en fin, a una vida digna.