¿Sabes cuál es la fuerza de una utopía?

“La nueva política económica

desata las ligaduras

que bloquean las venas del país”

El texto del epígrafe que encabeza esta nota, es parte de la descripción crítica acerca del “paso atrás” dado por Lenin en marzo de 1921, apenas cuatro años después de la victoria de los soviets en Rusia: “la adopción de la NEP (Nueva Política Económica) fue una maniobra forzada”, explican los autores del estudio histórico publicado bajo el nombre de La utopía en el poder.

He estado revisando, una vez más, el libro de Michel Heller y Aleksandr Nekrich titulado (en francés, no sé si luego fue traducido al castellano) L’utopie au pouvoir. Histoire de l’U.R.S.S de 1917 à nos jours. La alusión hecha a los bolcheviques victoriosos como la utopía que alcanzó el poder en Rusia el año 1917 y se extendió en la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dio un vuelco al uso de una palabra Utopía, que había estado reservada para calificar a las sociedades imposibles.

Heller y Nekrich consideran, en su amplio y muy argumentado texto, que “la nueva política económica abre las puertas a ciertas formas de economía capitalista que entonces coexisten con las formas socialistas” y que Stalin consideró habían llegado demasiado tarde en un momento en el que resultaba imposible “vivir en las condiciones del comunismo de guerra”, por lo que había que “renunciar temporalmente a la utopía y volver a la realidad”, mientras se esperaba la llegada “de un milagro (la revolución mundial) demorado”.

“Tú si eres utópico”, solemos decir a quienes sueñan imposibles, porque la utopía es el espacio de lo nuevo socialmente propuesto y construido para expresar la victoria sobre el establishment, en el que estaban contenidas desigualdades e injusticias propias a la sociedad de explotación, denominada capitalismo. El término utopía tiene mucho de filosofía, de literatura y de cosmovisión. De hecho, en la organización social de su uso, se asume que la palabra fue inventada por el escritor y humanista inglés Thomas Moro, a partir de los vocablos griegos οὐ (ou), que significa ‘no’, y τόπος (tópos), que traduce ‘lugar’, es decir: el ‘lugar que no existe’.

Venezuela, unos 100 años después, con sus características propias y sus referencias teóricas originales, Bolivarianas y Chavistas, avanza firme su camino revolucionario. Al igual que la revolución bolchevique y todas las revoluciones orientadas hacia la construcción del socialismo, los voraces ataques del poder del capital mundial y sus expresiones en el campo simbólico o de la “superestructura”, son sucesivos y sin descanso. Nada extraordinario tendría el descubrir que la Revolución Bolivariana ya tiene a su Mijail Gorbachov, de cerebro lavado y accionar remunerado, aproximándose a la destrucción de nuestra particular y hermosa utopía.

La historia no se repite, definitivamente, no es cíclica. Recordemos que el mismo Carlos Marx, armado de sarcamos, dijo al respecto que, de haber repetición, “la primera vez será como drama pero la segunda como farsa”. Eso sí, considero  en este modesto Diálogo en la acera semanal, que hay que mirarse en los hechos desplegados por las experiencias de nuestros vecinos proletaerios en cualquier lugar del planeta. Nuestra Revolución está amenazada y atacada permanente. Es a nosotros y nosotras a quienes nos corresponde defenderla. Y, para ello, es necesario alimentar a diario la conciencia.

Ilustración: Xulio Formoso