Dudamel y el bochorno en Madrid

De entrada, le creo a Rafael Dudamel. Soy capaz de aceptar su declaración ante los medios, según la cual permitió a Antonio Ecarri (cómplice de Juan Guaidó en España), reunirse con la selección vinotinto de mayores (incluyéndose), hacer videos y fotografías con la oncena siempre y cuando tal material audiovisual fuese empleado únicamente para consumo interno “del embajador de Venezuela en España por parte del señor Guaidó”, como él mismo lo catalogó.

Repito: me atrevo a comprar la afirmación del entrenador venezolano, aunque como dirían por allí “todas las opciones están sobre la mesa” sin dejar de albergar la renuncia que como también precisó públicamente, presentó ante la Federación Venezolana de Fútbol.

Sin embargo, no podemos –ni debemos- permitir que el “capítulo Dudamel” empañe nuestra atención hacia otro aspecto que igualmente amerita de la consideración del colectivo patrio: la traición de Ecarri a la palabra empeñada ante el seleccionador.

El video y las gráficas objeto del escándalo nacido el viernes mismo (día del juego contra Argentina en Madrid, en el que magistralmente ganamos 3-1), representan apenas una muestra de la verdadera personalidad de quienes pretenden el asalto del poder a costa de lo que sea. Soberbia, deshonestidad, inmoralidad, descaro, desfachatez, obscenidad, traición, indecencia, impudicia y sadismo –entre otros-, son algunos de los adjetivos que sirve de ropaje a la ultraderecha lacaya que se dice venezolana.

En todo caso, el “capítulo Ecarri” a nadie debe extrañar. Su amo local ha demostrado hasta ahora que ese camino adobado con una buena cuota de fascismo, es el que ellos están dispuestos a recorrer. Sólo recuérdese que el cúmulo de promesas que desde su cuestionado e ilegal interinato ha formulado a sus seguidores y seguidoras sin haber cumplido alguna de ellas.

Si algo “bueno” tiene lo ocurrido en Madrid, es que tuvimos la gran ocasión de ratificar quiénes son los terroristas. Sobre si a Dudamel debe aceptársele o no la renuncia, podríamos hablar en otra ocasión.

¡Chávez vive…la Patria sigue!