Esta independencia debe ser económica

Circula este Diálogo por el mundo, gracias a la mediación del portal Desde La Plaza, con fecha de inserción 19 de abril, el mismo día cuando la Patria, Venezuela, se siente de fiesta: en 1810, se daba un paso hacia nuestra independencia del imperio colonial español.

En realidad se trataba de un acto de conciliación política entre fuerzas que se expresaban en la sociedad venezolana de comienzos del siglo XVIII, con un cuadro en el que el imperio español presentaba el debilitamiento ocasionado por la invasión encabezada por Napoleón Bonaparte en 1808, con su consecuente inestabilidad política, prolongada hasta 1814.

La organización política que había planificado el acto simbólico de destituir al Capitán General Vicente Emparan del Cabildo Caraqueño, estaba compuesta, fundamentalmente por la aristocracia criolla, que aspiraba tener el control político y económico de la Provincia de Venezuela. Es así como se constituye la Junta Suprema de Caracas. Sin embargo, pese a la victoria simbólica de aquel acto, el poder monárquico español continuó con el control hegemónico de los nuevos mandos y nunca generó cambios auténticos en materia económica.

Sin respaldo popular, los acontecimientos de abril de 1810 supieron apoyarse por ciertas rebeliones, agitaciones y sublevaciones, como la de Andresote , el Movimiento de Juan Francisco de León , el de los Comuneros de Los Andes , la rebelión cimarrona encabezada por José Leonardo Chirinos , la capitulación de Gual y España ,  el desembarco de Francisco de Miranda y sus tropas proindependentistas, en la Vela de Coro el 3 de agosto 1806; además de la Conjura de los Mantuanos, quienes logran la convocatoria que depone a Emparan.

Para los pueblos en dependencia de la Corona española, en las provincias de la América invadida y colonizada por los imperios europeos, romper con aquel estado de dominación debía significar una planificación revolucionaria aunada a la resistencia indígena y al papel de las cimarroneras lideradas por esclavizados negros. Planificación y acciones en las que Francisco de Miranda desempeña un papel de gran significación, además de la cohesión de movimientos y luchas independentistas encabezadas por Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y José Antonio Páez, entre otros. Se trataba, fundamentalmente del desarrollo de acciones político-militares dentro de una estrategia que muy poco contemplaba la ruptura con los procesos de producción de los bienes materiales y los de la reproducción de una cosmovisión heredada de la cultura del conquistador.

Es quizás esto último lo que conduce a que, una vez consolidada la independencia de Venezuela (también la de la mayoría de las provincias establecidas en América) del yugo Español, se pasara, casi inercialmente, a una nueva dependencia, esta vez del neo-imperio que el Libertador avizoraba como “destinado por la providencia a plagar de miseria” a nuestros pueblos.

Una verdadera y plena independencia requiere trastocar desde la raíz a la economía basada en la explotación de pobres depauperados y proletarios por parte de burgueses, de ricos que acumulan en pocas manos bienes y medios de producción, al tiempo que pretenden hacer pasar por igual, en sus leyes y designios, la relación entre capital y trabajo.

Es ese el desafío que tiene hoy cualquier revolución que se plantee superar al capitalismo y a las formas de dominación imperialista, incluyendo los acomodos y reacomodos de hoy, en los que la ficción intenta eliminar explotados y explotadores mediante “nuevas” formas de dominación en la llamada esfera de circulación, la del comercio, del intercambio neoliberal, a través del capital financiero.

La revolución, con el objetivo socialista de la igualdad entre todo el género humano, no puede reducirse a un solo país. Y, aunque cada uno de estos trabaje con métodos propios y estrategias genuinas, el fin debe ser el mismo en función de la independencia definitiva. Y la independencia definitiva no es solamente un acto de soberanía política y militar, sino el establecimiento de relaciones nuevas para producir los bienes en igualdad: recibiendo de cada quien según sus necesidades y ofreciendo a cada cual, para la distribución y el consumo, según sus necesidades.

Hace falta volver sobre todas las lecturas de Carlos Marx y Federico Engels, desde su Crítica de la Economía Política, pasando por los Grundrisses y hasta El Capital (por nombrar sólo algunas obras emblemáticas) de modo que contemos con un cuerpo de herramientas surgidas de la práctica y que nos dan un sustento teórico para pensarnos de un modo diferente al de la explotación capitalista y al de la economía con la que siempre han pretendido justificar a aquella. De otro modo no alcanzaremos la Independencia definitiva.

Ilustración: Xulio Formoso