Héctor Campos Ochoa: Me considero un articulador del arte y la cultura

Hablar de Héctor Campos Ochoa, para muchos, es hablar del Secretario General de Fundarte. Ahora, en plena efervescencia de la Filven y el “Suena Caracas”, pareciera imposible hablar con quien tiene la responsabilidad de ejecutar la política cultural que dirige Erika Farías y María Isabella Godoy con las orientaciones de los gabinetes comunales.

Sin embargo, en medio de estas responsabilidades, Héctor nos recibió con una sonrisa en el Museo Caracas, lugar donde se encontraba conversando con artesanos y artesanas que hoy tienen un espacio en lo que antes era un Palacio de leones. Recorriéndolo, tuvimos la oportunidad de combatir con estas bestias, símbolos de la invasión y del genocidio. Un combate que se evidencia personal, consciente, reflexivo.

La frescura y naturalidad con la que Héctor se desenvolvía en esta casa de puertas abiertas, me hizo desinteresarme de los grandes festivales y presentarles, a través de esta entrevista, a un músico que quisiera ser botánico, a un hombre que domicilió su corazón en Tinaquillo, y al compañero que con una torta andina me hizo recorrer todo el museo hablándome de su abuela, de sus tareas, de sus sueños.

¿Cómo reaccionaste cuando un artista «del interior del país» fue convocado a ser Secretario General de Fundarte? ¿Hubo resistencia en ti o en sujetos externos?

Misión encomendada debe ser “misión cumplida”. Esa fue mi reacción. Nunca me resisto a los cambios, a las nuevas experiencias, por eso con mucho aplomo dije entendido y no pregunté −cuasi religioso−, de inmediato lo asumí. De lo externo siempre encuentras resistencia por eso de ser el nuevo y ser de otro lugar, pero cuando ya te integras, te conocen, reconocen y viceversa todo fluye en perfecta armonía cual obra mozartiana.

¿Cómo se adapta tu concepción artística a los valores de resistencia Caribe, de insurgencia, de visión comunal, de la Alcaldía de Caracas?

Yo no diría se adapta, más bien se reencuentra. Se repiensa. La música en sí es resistencia. Nuestros antepasados Caribe nos han heredado esa vena cultural por eso Venezuela es tan rica culturalmente. Nunca veo la concepción artística de manera individual sino colectiva, allí está impresa la visión comunal del arte. En la Alcaldía de Caracas trabajamos por una nueva espiritualidad revolucionaria, esa que tiene impresa el sentimiento Caribe, rebelde, insurgente que nos hace unirnos para escribir la historia y nos invita a nunca olvidar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde debemos transitar.

Por tu labor cultural conoces, y te conoce, mucha gente en todo el país. ¿Cuáles son tus características básicas para conocerte a plenitud?

Podría decir que, soy un buen conversador, afectuoso, apasionado, sincero; pero a la vez, puntual, crítico, autocrítico y perfeccionista. Sin embargo, para conocerme a plenitud sólo deben conocer al niño que yace en el hombre.

¿De dónde surge tu vocación artística? ¿Cómo fue tu inicio en el camino del arte?

De mi núcleo familiar. Por parte de Los Campos (más hombres que mujeres), en la “Sala e’las Hamacas” de la casa grande celebrábamos siempre todas las fiestas y manifestaciones venezolanas, cada carnaval, cada semana santa, cada 24 de junio, cada navidad, cada santoral;  iba con mi hermano −y luego con mi hermana−  a celebrar con la treintena de primos y primas todas estas tradiciones, unos tocábamos y cantábamos parranda, tambor, música venezolana, bolero y hasta misas, otros acompañaban la realización gastronómica propia de cada época, y los demás simplemente echaban varilla. En casa de Las Ochoa (más mujeres que hombres) aprendí sobre las matas (plantas) y los pasos de luna para su siembra con mi abuela Ana, y cómo vestir la Cruz de Mayo, aprendí observando de la comida criolla en fogón y a volar zamura (papagallo llanero). Una infancia artísticamente feliz, por lo que puedo decir que inicié el camino al arte en mi propio hogar.

¿Cuál ha sido tu creación artística más apreciada y por qué?

El montaje del PopuleMeus de José Ángel Lamas con la Coral Polifónica del Estado Bolivariano de Cojedes, fue la primera vez que dirigí coro y orquesta juntos, además introduje elementos extra musicales al concierto −un actor que escenificaba la pasión y trajes de frailes dominicos a coristas que iban descalzos−, levantó algunas críticas en el sector donde algunos tildaron el montaje de “osado”. Está creación definitivamente, abrió las puestas a la etapa más prolífica de la Polifónica, tanto que años más tarde fue la más aclamada en el X Festival Internacional de la Música Sacra en Pamplona por dicho montaje. Así, voy juntando las áreas creadoras. Me considero un articulador del arte y la cultura.

¿Cómo contribuye tu formación musical en la revolución cultural?

En lo metódico y organizado. Cada vez que estoy frente a un proyecto que aporta a la transformación de la Patria a través de la cultura no dudo en poner al servicios mis conocimientos artísticos y musicales para que una buena obra (la revolución) tenga un buen director (el presidente) unos buenos jefes de cuerda (el partido) que junto a cada ejecución instrumental (el gobierno) logre el sonido de millones de notas en perfecta armonía (el pueblo) para hacer que la obra tenga un gran final (el socialismo bolivariano del siglo XXI) y da capo al fine.

Suele decirse que los músicos se asumen superiores a escritores, bailarines, actores, pintores y afines ¿Cómo percibes las diferentes manifestaciones artísticas y cuál es tu secreto para que no sea la música la privilegiada en tu gestión institucional?

Considero que ningún área creadora del arte y la cultura está por encima o debajo de otra, más bien estas se complementan, se acompañan, se amalgaman y, al hacerlo, se logra lo sublime: alimentar el espíritu. En mi tránsito por diversas instituciones culturales siempre he promovido la creación colectiva, podría decir que ese es el secreto.

¿Consideras que, dada la poderosa y permanente gestión cultural que has desarrollado, estás sacrificando tu carrera artística?

La vida tiene sus sacrificios y me tocó hacer el mío. Por ahora. Siempre digo: la música vendrá a salvarme −en el buen sentido del entendimiento− no es fácil para un alma creadora dejar de hacer lo que le apasiona; sin embargo, todo cuanto hago a diario le imprimo mucho empeño y dedicación, siempre tiene un toque distintivo y allí el sacrificio se torna placentero.

¿Algún sueño por cumplir? ¿Algún sueño frustrado?

Lo que sueño lo cumplo y lo materializo −las personas que me conocen saben que es así−, sigo soñando a diario y en esa medida los voy cumpliendo, ahorita tengo un proyecto vocal en Caracas y trabajaré para cumplirlo. No padezco de frustraciones, aunque me entristece ver la injusticia.   

Cuando hablamos de Héctor Campos Ochoa ¿Qué personas lo rodean? ¿Cuáles presencias lo definen?

Me rodean personas positivas, exitosas, mayormente culturales. Me han definido la presencia de mi madre, abuelos, tías, buenas amistades, el amor y mi sobrina, considero que, lo aprendido de cada momento de vida define en buena parte lo que soy.

¿Cómo suena, Héctor Campos Ochoa el músico, en Caracas?

¡Suena a llano! Siendo de Tinaquillo, vine a Caracas para cumplir con una misión cultural encomendada, una vez cumplida, continúo acá prestando mi servicio cultural y siempre trato de imprimirle lo aprendido en mi tierra, en mi casa, en mi familia…La música siempre marca el compás en todo lo que hago.

¿Cómo es un día de descanso de Héctor Campos Ochoa?

5:00 am: Me levanto. Paso al baño. Luego monto el guarapo (café). Lo bebo.

5:10 am: Monto el desayuno. Reviso el teléfono móvil.

6:00 am: Pongo a lavar la ropa de la faena semanal. Limpio la casa.

7:00 am: Voy (vamos) al mercado.

9:00 am: Busco (buscamos) a Zoe (Schauzer) y la llevo (llevamos) al Parque.

12:00 m: Regreso del parque. Monto almuerzo o salgo (salimos) a almorzar.

3:00 pm: Reposo o voy (vamos) al cine, al teatro.

6:00 pm: Regreso a casa. Monto la cena.

7:30 pm: Me despido porque voy a dormir. Inmediatamente me duermo. Fin

Ese es un típico día de descanso para Héctor Campos Ochoa.

Los favoritos de Héctor Campos Ochoa

Libros: El arte de la guerra de SunWu, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y 20 Poemas de amor y una canción desesperada de  Pablo Neruda.

Disco: En atisbo de azules madrigales y canciones venezolanas vol. II  de la Coral Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela.

Cuadro:Cruz de mayo de Armando Reverón.

Películas:Los Otros de Alejandro Almenábar.

Obra Teatral:Lo que dejó la tempestad César Rengifo.

Ópera:La Traviata de Giuseppe Verdi.

Instrumento: La guitarra.

Escultura:Pequeños seres de Yelitza Díaz.

Baile: Joropo jorconiao.

Manifestación: Diablitos Danzantes de Tinaquillo. 

REDES SOCIALES

Instagram: @hectorcamposochoa

Twitter: @HectorCampos8a

ENTREVISTA: José Leonardo Riera Bravo @SiMeRieraBravo

FOTOGRAFÍAS: Jacobo Méndez