Vaginismo: dolor silencioso en la mujer

Muchas mujeres no expresan por qué evitan tener encuentros íntimos. Desconocimiento a lo que les pueda estar pasando, miedo, pena, tabú o temor a la que pueda decir la pareja. Desde La plaza del placer daremos respuesta a este dolor silencioso que pueden presentar algunas mujeres y que su nombre es Vaginismo.

Se conoce como una disfunción sexual femenina caracterizada por la contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que rodean la vagina, provocando el cierre parcial o total de la misma, lo que origina dolor e imposibilidad a la hora de intentar una penetración. El vaginismo también se conoce como trastorno del dolor genito-pélvico-penetración donde la mujer no controla directamente ni hace que la constricción ocurra; es una respuesta pélvica involuntaria. Es posible que la mujer ni siquiera esté consciente que la respuesta muscular esté causando la constricción o problema de penetración.

En algunos casos, la constricción del vaginismo puede empezar a causar ardor, dolor o punzadas durante el coito. En otros casos, puede que la penetración sea difícil o completamente imposible. El vaginismo es la principal causa de relaciones no consumadas. La constricción puede ser tan limitante que la abertura de la vagina se cierra completamente y el hombre no puede insertar su pene. El dolor del vaginismo termina cuando cesa el intento de actividad sexual, y usualmente el coito debe ser interrumpido a causa del dolor o la molestia.

En cuanto a la edad a la que suele aparecer esta difusión, puede ser antes de la adolescencia, momento en el que por primera vez la mujer acude a una revisión ginecológica, intenta mantener relaciones de penetración o introducir un tampón. Sin embargo, si se habla de vaginismo secundario, entendido como el proceso por el cual la mujer después de haber tenido relaciones sexuales durante un tiempo, posteriormente no puede o siente dolor, acá la edad es más variable. Y justamente en este último es donde nos vamos a detener porque es el que más consultan nuestras lectoras, ¿qué pasó si venía teniendo encuentros íntimos y ahora no puedo?, es lo que más refieren.

Es importante saber que las causas de este trastorno pueden ser variadas; entre las físicas, se presentan en un 10% de incidencia, aproximadamente, y podemos mencionar las más comunes: himen rígido, endometriosis, tumores pélvicos, estenosis de la vagina, hemorroides, inflamación de la pelvis, carúnculas uretrales. En este caso es importante acudir a un médico sexólogo quien podrá hacer una evaluación de cada caso.

Y las causas psicológicas suelen ser las más frecuentes y entre ellas se encuentran: la ansiedad anticipada ante la penetración, una educación sexual escasa, donde los tabús y prejuicios pueden estar muy presente, restrictiva o carente de rigor, basada en mitos, estereotipos, desinformación sexual, miedo al coito o el embarazo, haber tenido experiencias sexuales o ginecológicas previas negativas, haber sufrido violación, abusos o agresiones, los estados depresivos o ansiosos, una autoimagen corporal negativa, la hostilidad hacia la pareja. Estas causas son las que al revisar el historial de la persona que consulta nos percatamos que su vida sexual puede estar en unas de estas causas. Y no se atreven a conversarlo o buscar ayuda con un especialista.

A pesar de que el tratamiento necesario para salir de este  problema dependerá tanto de su origen, como de las características de cada mujer, se debe actuar a varios niveles, tanto psicológicos, físicos o eróticos, como de pareja, técnicas de relajación, ejercicios de Kegel, trabajo de pensamientos asociados al dolor y la penetración, educación sexual sobre el cuerpo, la desgenitalización de las relaciones y el uso de dilatadores progresivos para la desensibilización a la penetración.

En el caso de vivir en pareja

Esta alteración tiene una clara repercusión negativa en la dinámica de la relación de pareja, al imposibilitar la ejecución de determinadas prácticas sexuales que se consideran habituales o por la inviabilidad de ser padres de forma natural. A estas dos consecuencias, se suma el desgaste que la situación puede suponer para ambos miembros, tanto de forma individual como en conjunto.

Para superar este problema es necesario que haya comprensión y paciencia por parte de la pareja. También es indispensable no eludir el trastorno.

Pero, es fundamental la participación de ambos, sobre todo, en el momento en el que se acude a un profesional, del cual hay que seguir todas sus recomendaciones. Además, para que el tratamiento no se haga más lento de lo deseable es imprescindible el apoyo y la comprensión mutua, con el fin de aminorar los niveles de ansiedad.

Orientadora en Sexología

Rina Morales

Consulta - Asesoría área de sexología y derechos sexuales y reproductivos. Invitada como especialista en área de sexología y derechos sexuales y reproductivos en diversos medios de comunicación social en Venezuela