La soberanía es el lugar de la libertad en la conciencia

Y la conciencia es el complejo constructo que nace de la lucha de clases y de la posición donde nos ubicamos históricamente en el movimiento dialéctico entre trabajo y capital.

La conciencia de ser protagonistas en la gestación del «hombre nuevo» (de la mujer y el hombre nuevos, como corresponde decirlo en lenguaje de género) no se aprende en los libros aunque cada proletario debe leer cada vez más para el fortalecimiento de su pensamiento crítico.

La conciencia de clase es conciencia de quien se sabe productor, tanto de bienes materiales como de cultura. Es así como una conciencia de clase proletaria lo es soberanamente del ser histórico que hace la revolución para independizarse, liberarse de quien lo sujeta por el solo hecho de ser el dueño de los medios de producción.

Visto así, el concepto de soberanía, de soberanía cultural y de soberanía comunicacional, trasciende la definición jurídica que impone el Estado burgués.

Con esta preocupación teórica, que nace de la práctica revolucionaria del proletariado en lucha de clases contra el burgués, participé de un foro, conversatorio en el contexto de la Convención de la Comunicación Social y Tecnologías Libres que se realizó a partir del lunes 17 de junio en la Universidad Bolivariana de Venezuela.

Durante mi participación expuse algunas ideas como prolegómenos para un debate necesario en la actualidad y quiero compartirlas aquí, en este artículo de opinión que estuvo precedido por el que entonces titulamos: «El Principito y la soberanía comunicacional».

En el mencionado texto dijimos textualmente que si algún ciudadano nacido en Venezuela -al mejor estilo de los personajes de ficción creados por Antoin de Saint Exupéry para Le petit prince– lograra posar sus plantas sobre alguno de los satélites que tenemos en el espacio para desempeños tecnológicos comunicacionales, debemos asumir con  certeza que ese venezolano se encuentra sobre suelo soberano de su su Patria.

Los conceptos de ciudadanía,soberanía, patria y Estado, son todos de carácter jurídico. Por eso, evocarlos obliga a la aceptación de un conjunto de normas convenidas entre individuos que forman parte de una nación o conjunto de naciones que así lo ha decidido de mutuo acuerdo.

Ahora bien, la introducción precedente no está hecha para hablar de Derecho sino para problematizar epistemológicamente el concepto de Soberanía Comunicacional y su uso actual dentro de la lucha de clases y, en particular, en la respuesta de ofensiva cultural que la Revolución Bolivariana da a la guerra silenciosa y multifactorial desatada por los amos del mundo, por el Imperio del capital y sus estrategas yanqui-sionistas contra Venezuela, entre otros países.

Los gringos, en sus insistentes acciones supremacistas contra el mundo, están convencidos y quieren convencernos de que este territorio -anteriormente identificado como Abya Yala por sus pobladores originarios-invadido y sometido por el conquistador europeo, se convirtió en América como territorio para el dominio británico por mampuesto y del naciente capitalismo de hace unos cuantos siglos, el cual se asentó al norte de nuestro continente para asumir el rol de neocolonizador.

Por eso la mirada despectiva del yanqui «sobre su hombro», mirándonos como «patio» y no como territorios libres e independientes que conquistaron sus repúblicas en cruentas batallas y procesos políticos contra las coronas europeas que se dirigieron hacia acá en medio de sus propias crisis y en la búsqueda de nuevos territorios de «expansión y dotación» de riquezas.

Naciones soberanas, liberadas por ejércitos del Poder Popular bajo liderazgos como el de Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’higgins o José Martí -por tan sólo nombrar algunos- son soberanas cultural y comunicacionalmente. En tal sentido no aceptan ni deben aceptar intromisión o injerencia de culturas ni comunicaciones foráneas.

La humanidad, los seres humanos, nos comunicamos alguna vez como productores iguales -muchísimo antes de que la soberanía de la humanidad fuese vulnerada por relaciones de producción capitalista- y por eso nuestra lucha de ahora (lucha de clases, por cierto) es la misma que desde entonces libramos para recuperar nuestra soberanía productiva y comunicacional.

Soberanos comunicacionalmente defenderemos no sólo nuestro «territorio satelital», al cual aludimos al comienzo de esta reflexión problematizadora, sino que defendemos todo lo simbólico que ello encierra y así también nuestro «derecho» de clase, movido por una dialéctica que no es la «lógica» de los dominadores sino la rebelión de los «esclavos» que Marx entendió (dialéctica materialista mediante) resuelta con la emancipación del proletariado y la construcción de una sociedad, como aquella de iguales que hoy llamamos apropiadamente Comunista (o «Patria socialista», para decirlo poéticamente como Chávez).

El Principito está a punto de conectarnos con una nueva enseñanza de amor, solidaridad y emancipación. Nos lleva a reflexionar acerca del complejo tema de la soberanía comunicacional, pero nos encuentra atascados en la creencia de que necesitamos más herramientas, más aparatos, más cosas, en vez de más y más conciencia.

Resulta que lo que ocurre es que lo comunicacional es esencial. Resulta que la soberanía, en este contexto, también es esencial. Ah… pero,«lo esencial es invisible ante los ojos».

Del intercambio de ideas en aquel Diálogo concluimos que La soberanía es el lugar de la libertad en la conciencia… ¿A usted qué le parece?

Ilustración: Iván Lira