Las pocas cosas buenas de Bachelet (Y ojo: no me apedreen)

Ciertamente, nadie con cuatro dedos de frente iba a esperar cariño, compresión y respaldo solidario de Michelle Bachelet hacia la Revolución Bolivariana. Tales rasgos los ponen en duda sus propios compatriotas chilenos, visto el silencio ¿cómplice? que guarda –por ejemplo-, ante el atropello del que es víctima el pueblo mapuche.

La declaración dada a los medios de comunicación el pasado viernes en horas de la noche, antes de partir por el aeropuerto internacional de Maiquetía, recoge fielmente lo que uno supone: ella cree o le han hecho creer que somos (las y los revolucionarios), los malos y malas de la película. Y que el difícil acceso a alimentos y medicinas  que afecta a gruesos sectores de la población, responde a la cuerda de malucos y malucas que constantemente votamos por el Comandante Hugo Chávez o por Nicolás Maduro. El bloqueo y las sanciones (que es la misma vaina), casi que se los pasó por el forro de su indiferencia.

No obstante, esa misma declaración recoge algunos puntos (muy pocos, pero están), que confirman lo siguiente: ni siquiera la Alta Comisionada de la ONU para los DDHH pudo obviar (someramente, reiteramos), algunos capítulos que -como bien sabemos y padecemos-, oxigenan el asedio permanente contra el modelo socialista del siglo 21.

Bachelet, quien se desplazó como quiso, por donde quiso y se entrevistó con quien quiso sin contratiempos de ninguna naturaleza, dijo (después de referir el caso de Orlando Figuera, quemado vivo y a quien no mencionó por su nombre): “Me he comprometido a continuar transmitiendo estas demandas y abogar por la justicia y la reparación para ellos, sean quienes sean los perpetradores”. Léase bien: “Sean quienes sean los perpetradores”, es decir, ultraderecha incluida.

La excomandante Claudia (como era conocida en sus tiempos de izquierdista), aseveró posteriormente: “El Gobierno ha lanzado proyectos en un esfuerzo de asegurar acceso universal a programas sociales, para lo que ha dedicado el 75 por ciento del presupuesto nacional”.

Que lo anterior lo diga ella, también es muy importante. Significa estar convencida de la veracidad de la documentación presentada en tal sentido por el Gobierno nacional. Sin quererlo, bofeteó a quienes, desde la contrarrevolución, niegan alegremente el trabajo sostenido que en ese sentido profundizan las instituciones.

Veamos esto: “He hecho un llamado al Gobierno para que proporcione los datos relacionados con la situación sanitaria y otros derechos socio-económicos que permita evaluar la situación y apoyar de forma adecuada”. Sí ¡leyó bien! El llamado es “al Gobierno” obviamente de Nicolás Maduro y no de ningún mequetrefe encargado, lo cual trasluce un reconocimiento tácito al mecanismo electoral empleado el 20 de mayo de 2018 que dio como vencedor al Presidente Obrero.

Como decíamos al inicio, la alusión a las sanciones gringas fueron tímidas pero no por ello debemos dejarlas fuera de contexto. A pesar de que las limita solo a “este año”, no deja de admitir que “están exacerbando y agravando la preexistente crisis económica”, asestando así otro revés a quienes desde la oposición se empeñan en negar tal realidad.

Finalizando su exposición, propinó un contundente knock down a los enemigos del diálogo, convidados en más de 400 ocasiones por Maduro. Como dicen por allí, el que entendió, entendió: “He hecho un llamamiento a líderes de todo el espectro político para que intenten encontrar una manera de confrontar los desafíos y el sufrimiento del pueblo de Venezuela. Para ello, todas las voces deberían ser incluidas. Las crisis solo pueden ser resueltas a través de la participación significativa, franca e inclusiva de diversos actores de la sociedad”.

Ojo: son palabras de Michelle Bachelet. En ningún momento de Nicolás Maduro o Delcy Rodríguez.

Por si quedara alguna duda en torno a su afirmación anterior, agregó que apeló a todos (sí: a unos y otros), los líderes políticos “a que participen constructivamente con el diálogo facilitado por Noruega y con cualquier otro esfuerzo para intentar enfrentar la actual situación política en Venezuela”.

A quienes persisten en su homicida y conveniente actitud antidemocrática, recalcó que la grave situación que vivimos debe instarlos a intentar el acercamiento en lugar de moverse en búsqueda “de ganancias cortoplacistas” que deben ser dejadas de lado”.

Una última cosa: en ningún momento se hizo eco de lo que soñaban desde las cacerolas de alto costo en materia de “elecciones libres ya”. Aprendió que en la República Bolivariana de Venezuela los comicios están normados por la Constitución, y no por los caprichos egocéntricos y ridículos de quienes solo reconocen la Carta Magna cuando son favorecidos sus intereses.

¡Chávez vive…la lucha sigue!