La tarea Bolivariana de derrocar al virus

Es a mi tocayo, artista plástico, dibujante y caricaturista, Iván Lira a quien se le ocurrió colocar una imagen sugerida del Libertador Simón Bolívar, usando tapaboca y exhortándonos a derrotar al virus así como él, hace unos 200 años, derrotó a la corona.

Realmente ingeniosa esta ilustración que hoy acompaña el Diálogo semanal que sostengo con ustedes por este portal web.

Menuda tarea la de combatir y vencer un virus. Yo me distanció de la misma. Lo hago por un asunto de principios: No creo que tengamos «enemigos» en el universo de iguales en el que somos parte de un todo entre diferentes complementarios.

Este es un asunto, tendencial y culturalmente, difícil de concienciar, comprender y explicar. Sobre todo porque también se nos ha «escolarizado» con una epistemología de la ciencia como verdad absoluta. Y, sobre todo porque padecemos esa cosmovisión desde un sistema de creencias que ha sido forjado para  nuestra sumisión y para apuntalar el dominio de una minoría atrincherada en la coraza de lo que hoy -y desde el medioevo, aproximadamente- se identifica como «la nobleza negra».

Contra qué se nos invita a luchar

Bueno, contra un supuesto «enemigo» externo que, en primer lugar, debe infundirnos miedo. El Coronavirus, al igual que una cucaracha, una culebra, las bacterias o un vecino conflictivo y peleón, deben marcar distancia por el miedo. Miedo que se crea y transmite intencionalmente y para la sujeción o el sometimiento. He allí la estrategia científica de la dominación (de toda dominación, pero particularmente de la dominación capitalista).

Esta forma filosófica de explicar y ejercer hegemonía mundial es organizada «mentalmente» por Auguste Comte a través del Positivismo, que ya había sido enunciado previamente por Saint-Simón «para designar el método exacto de las ciencias y su extensión a la filosofía».

Lo cierto es que con pensadores así, se ofrece un «arma» de rigor y aparente eficacia para vencer «demonios» y «enemigos» externos (siempre externos, «culpables» extermos) desde el campo científico, que se sigue invocando hasta hoy incluso por «revolucionarios» e «izquierdistas» aparentemente «antisistema».

Parten los positivistas y científicos de una especie de maniqueísmo en el que el «hombre» es bueno, puro y sabio pero está rodeado de «perversidades», exteriores que «quieren» aniquilarle en forma de «enfermedades» o de «pecado».

En consecuencia con esa gruesa acepción de lo real asumido para la dominación, médicos, industria farmacéutica, laboratorios, terapeutas, sanadores, sacerdotes y hasta brujos y gurús, pocas veces piensan en reestablecer el equilibrio infinitesimal que se replica de manera natural en cada individuo, como el mismísimo universo.

Virus, bacterias, hongos e imperios a vencer

Partimos de la imagen del tocayo Lira y uno asume la voz de un líder social, político y militar como Simón Bolívar, para tratar de entender cuál es la tarea que nos corresponde desarrollar para regresar a su «redil» a las desbordadas moléculas del Covid-19.

Yo creo que el virus, por mucha corona que se ponga, jamás puede ni debe verse como un contrincante a vencer, al estilo de -por ejemplo- Fernando VII, la dinastía Borbón, Rockefeller Rothschild o cualquiera del Club Bilderberg.

Bacterias, virus, hongos o cualquier microorganismo que pueblan el universo corporal humano, al estilo de un complejo ecosistema que semeja al universo en su totalidad, no son «enemigos a vencer». Son pares diversos para la convivencia en equilibrio y no se les va a «exterminar» a chancletazos en forma de vacunas o de anti-virales, como tampoco se acaba con los insectos hematófagos, con las cucarachas o las garrapatas, utilizando insecticidas o cosas parecidas.

Volver al equilibrio

Más que luchar al estilo ejemplar de Bolívar y nuestros patriotas, para vencer al yugo español en el siglo XIX, de lo que se trata hoy con el Coronavirus es de contribuir a reestablecer el equilibrio que  nos es inherente.

El restablecimiento de ese equilibrio comienza por cambiar nuestro sistema de creencias, por quitarle poder a las ciencias y al miedo en que se sustentan. Encontrarnos con nuestra conciencia universal, aceptarnos como parte de un todo y no supremacía del mismo. Aceptarnos como un complejo de emociones y sentimientos que no son superiores ni inferiores a nuestra razón, a nuestro pensamiento, a nuestra mente ni a nuestro cuerpo. Aceptarnos unidad en lo diverso. Aceptarnos como el todo en y con el todo.

La tarea Bolivariana hoy no es una guerra, al estilo de la Bicentenaria y gloriosa Batalla de Carabobo en 1821. La tarea Bolivariana es atrevernos a dar el giro completo, pasar los 360 grados de una verdadera Revolución. Ser radicales para dar nuestro aporte individual en el equilibrio espiritual (la conciencia, las emociones, la creatividad), el equilibrio mental (pensamiento para la vida y no para la egotización, la mercantilización ni la cosificación) y el equilibrio corporal. La radicalidad no se fragmenta, se asume como un todo. Este es el reto.

Ilustración: Iván Lira