¿Y si llevamos las medicinas de los abuelos hasta su casa?

El viernes recién pasado, fue un viernes muy especial en materia de asistencia a nuestros padres y abuelos. A sus manos llegaron medicinas despachadas por el 0800-saludya, figura que de esa forma acataba la orden del presidente Nicolás Maduro, decidido a consolidar la optimización de este servicio.

A padres, madres, abuelas y abuelos los vimos en diferentes sedes de Farmapatria, en estricto y ordenado andar. “Estas medicinas te las da el Gobierno”, nos dijo alguien cuyo rostro reflejaba hidalguía revolucionaria. Sin que su palabra me lo comunicara, la mujer dejó ver que el origen de aquella larga cola era producto de la obstinación imperial por dinamitar nuestra decisión de ser libres. Su mirada oxigenó mi ya decidida terca decisión de desafiar a la muerte misma, en pro de mantener la lucha por la independencia nacional que nos legaron Bolívar y Chávez.

Quiero aportar una idea al plan de entrega de medicinas, basado en el amor que nos impregna como Revolución y también en la existencia de una plataforma humana creada durante estos años: llevemos estas medicinas a las casas de quienes las necesitan.

Es cuestión de evaluar. La estructura humana para su ejecución, existe, porque parafraseando al Comandante Hugo Chávez, sabemos que bastante muchachos y muchachas hay aquí que pudieran tocar puerta a puerta para cumplir con un invalorable deber patrio. También existe, el método para conocer las necesidades de las y los pacientes.  La voluntad, ni se diga. Sobra en nuestros genes.

Podríamos empezar con la aplicación de un plan piloto en alguna barriada, parroquia o municipio. El tiempo diría dónde aplicar los correctivos y las mejoras. Los científicos sociales están a la orden para esta tarea y otras de mayor envergadura y complejidad.

Si atinamos (sería lo ideal), daríamos un paso agigantado en nuestro destino como modelo social. El fruto de una innovación como esta no redundaría únicamente en beneficio propio, sino que serviría de modelo a otros pueblos que ya han reproducido algunos de nuestros esquemas justamente por el carácter humano de su naturaleza. 

Obviamente, una iniciativa de este orden justificaría el crecimiento del calificativo de amenaza inusual y extraordinaria que tanto hace temer a la mayor potencia del mundo. Pero a todas estas, ¿quién dijo miedo?

¡Chávez vive…la lucha sigue!