Mirando a Miranda el uvilipendiado

Sebastián Francisco, nuestro Almirante en Jefe, revolucionario e independentista que nació en Caracas hace más de 250 años, fue perseguido desde muy joven y asediado por epítetos como el de «criollo de orilla», a los que supo sobreponerse en sus interminables luchas, diplomáticas y militares para contribuir a la Independencia de Venezuela del yugo español.

Su muerte el 14 de julio de 1816, en la prisión de La Carraca, muy cerca de Cádiz en España, se quiso interponer para contribuir a borrarlo de la memoria colectiva venezolana, no sólo por desaparecer su cadáver durante un largo bicentenario, sino también por la proliferación de descalificaciones, tergiversaciones, vilipendios e interminables agresiones mediáticas aún construidas en el presente en su contra. Pero el patriota revolucionario más universal de los caraqueños está vivo. Miranda nos acompaña hoy en esta gesta de independencia definitiva.

Yo lo imagino ahora mismo enfilando al Leander hacia las costas del Atlántico Sur para proteger al territorio venezolano del Esequibo, desde donde sale el sol que ilumina a nuestra Patria. Lo siento allí, con su característica firmeza, con su amor por Venezuela, con su don de estratega militar y su astucia de diplomático, construyendo alianzas y multipolaridades al lado de países amigos y solidarios, tejiendo una sola defensa para el Esequibo que ni se vende ni se entrega.

El Generalísimo Francisco de Miranda, ascendido al grado de Almirante en Jefe en 2016, al cumplir aquel 14 de julio los 200 años de su muerte física, está hoy de nuevo enfrentando a la Corona Británica que, colocada al lado de los intereses del capital transnacional y de los de la petrolera Exxon Mobil, obedeciendo a los amos del mundo que se expresan a través del imperialismo yanqui-sionista, pretende despojarnos de nuestro territorio Esequibo históricamente independizado desde aquella declaratoria patria de libertad en 1810.

Venezuela, a la vanguardia de la primera revolución popular, proletaria y socialista del siglo XXI, la Revolución Bolivariana, avanza hacia la consolidación de su liberación y definitiva independencia. Muchos son los retos, también las amenazas y agresiones contra nuestra soberanía que es agredida permanentemente en una prolongada guerra multifactorial de desgaste, que ha incorporado en el presente a una vieja disputa para convertirla en frente de batalla desde el Esequibo nuestro.

A nuestro Almirante en Jefe, no siempre bien ponderado por biógrafos ni historiadores, se le calificó siempre como «precursor», sin tomar en cuenta que precursores han sido y lo son, de nuestra Independencia, desde nuestros guerrilleros indígenas, atrincherados y enfrentados al invasor, al conquistador, al colono europeo y -en el caso particular de Venezuela- a la monarquía española, pasando por nuestros negros cimarrones, mestizos, zambos y hasta blancos criollos,  quienes firmaron actas y declararon nuestra Independencia hace 200 años o libraron batallas en campos de guerra, como el de Carabobo en 1821 (para nombrar tan sólo uno entre tantos otros), pasando por  muchísimas y muchísimos otros «precursores» hasta llegar a nuestro Hugo Chávez,comandando la Revolución Bolivariana, en pleno siglo XXI, para hacer nuestra Patria definitivamente libre, independiente y socialista.

Defender al Almirante en Jefe, Francisco de Miranda, de calificativos, agresiones, vilipendios, de la muerte y hasta del olvido en la memoria colectiva de este pueblo que lucha, resiste y reexiste cada día en procura de libertad e independencia, es el mejor homenaje que podemos hacer a quien siempre fue tratado como «caraqueño de orilla» siendo un independentista completo, una memoria encarnada, firme, comprometida y un gran ejemplo de patriota, a quien seguimos redescubriendo sus méritos en nuestro días.

Que contemos con él «hasta la última hora» nos dijo Miranda, ha sido su promesa hecha desde Londres, el 1 de mayo de 1809 al momento de reafirmar su condición de ser «perpetuamente acérrimo defensor de los derechos, libertades e independencia de nuestra América».

¡Honor y Gloria, Almirante Miranda!

Ilustración: Iván Lira