Mis padres también trabajan desde casa

No es fácil sobrevivir en esta sociedad actual con un solo empleo. Millones de padres deben asumir varias responsabilidades para poder cubrir los gastos de alimentación, servicios, educación, salud, vestido y entretenimiento. No alcanza, es la excusa que nosotros mismos nos ponemos para buscar otro ingreso que nos equilibre la quincena.

Pero si para nosotros ya es bastante difícil esta situación, imaginen por un momento qué puede estar pasando por la cabecita de nuestros pequeños niños en formación cuando tras cada requerimiento de nuestra atención, la respuesta que reciben es: tengo que trabajar.

Hoy en día es normal llevar el trabajo a casa, pues gracias a la tecnología podemos resolver muchos dilemas laborales desde “la comodidad del hogar”, cosa que termina por no ser tan cómoda cuando olvidamos que en casa lo prioritario es compartir con los nuestros.

El trabajo en casa desdibuja esa imperceptible pero sólida frontera entre las obligaciones que nos dan el sustento y la atención que prestamos a nuestros hijos. Parece que algún malvado duende diseñó la sociedad moderna de una manera tal que cada integrante de la familia se aísle en su propio mundo para desmoronar la oportunidad de construir unas relaciones afectivas satisfactorias.

No es responsabilidad de los niños entender que papá o mamá tienen tres o cuatro trabajos para poder costear los gastos familiares. Por el contrario, es responsabilidad nuestra asumir que ellos demandan de nuestra atención cada vez con mayor necesidad, pues a medida que van creciendo y vamos abandonando nuestros espacios como padres, muchos agentes externos van ocupándolos.

Sean positivos o negativos, esos agentes externos que se apoderan de los momentos de soledad que imponemos a nuestros hijos, simbolizan el reemplazo de nuestros deberes como padres y ocupan tiempo y espacio que nosotros nunca podremos recobrar.

Sorteando obstáculos

Cuando ambos padres trabajan en varios turnos, incluso en casa, los hijos empiezan a sentir un abandono que puede distanciar a las partes. Si ya empiezas a notar ese hecho, habla con ellos y hazles saber lo importantes que son para ti. Deja que te cuenten cómo se sienten respecto a tus muchos trabajos y orienta la conversación hacia lo positivo. Busca espacios de encuentro entre ellos y tus labores si eso fuera posible.

Algo que es muy común en los padres que trabajan demasiado, es que suelen llevar los problemas de trabajo a casa y sienten que los hijos no valoran el esfuerzo que hacen por ellos. Evítalo. Recuerda que sus hijos no te piden que te mates trabajando y que fue decisión tuya el asumir responsabilidades para darles una mejor calidad de vida. No le saques en cara lo mucho que trabajas, por el contrario, enséñales el valor del trabajo como éxito personal y colectivo.

Promueve espacios para compartir en familia exclusivamente, libres de teléfonos, computadoras, televisores o cualquier elemento distractor. Durante esos momentos conversa con ellos y pide sus propuestas para pasar mejores momentos juntos, los cuales deben ser respetados por todos en la medida de las posibilidades. Sin duda el aporte de los pequeños será de muchísima utilidad y sentirán que valoras sus ideas así como ellos valorarán, a su momento, el esfuerzo que haces hoy.