La salud del mundo en la campaña demagógica de Trump

Donald Trump

La campaña electoral gringa ya comenzó y tiene entre sus candidatos a un vendedor de armas y empresario medio que actualmente ocupa la presidencia en EE.UU. y sueña repetir su hazaña como vocero del hegemón, instalado en la Casa Blanca.

Donald Trump, en el inicio de la actual campaña para optar por su reelección presidencial, ha escogido como señuelo para su pesca de votos, el tema de la salud.

El discurso ofrecido, hace pocos días, en La Florida estuvo lleno de promesas acerca de la cura del cáncer y el sida. En sus alardes de desproporcionado vendedor habría dicho: «Inventaremos las curas para muchos, muchos problemas, muchas, muchas enfermedades, entre ellas el cáncer y otras» (refirió textualmente: «Cure for cancer, eradication of AIDS and landing humans on Mars»).

Más allá de la demagogia de quien pretende su reelección, el asunto está en que la noche del martes 18 de junio en el Amway Centre de Orlando, Trump estaba colocando el tema de la salud como una «prioridad» para el pueblo estadounidense, al menos  en la campaña.

Estaría por dilucidarse si una eventual victoria suya para un segundo mandato le llevará a desarrollar políticas para la vida y no para la muerte, que es lo hecho hasta el presente con palabras, amenazas y acciones guerreristas desplegadas por el mundo.

La originalidad temática de Trump no parece ser del todo exclusiva, ya que también Noe Biden, el candidato demócrata por excelencia, habría ofrecido promesas similares dos días antes de la alocución del primero en el anuncio de su candidatura para la reelección.

¿Es factible privilegiar la vida y la salud desde el Imperio?

Quizás lo primero que debamos preguntarnos es acerca de la posibilidad de curar el cáncer desde los laboratorios de las transnacionales farmacéuticas que conspiran contra la humanidad y siembran de muerte o «efectos secundarios» el tratamiento terapéutico de los llamados  «pacientes»  especialmente en los casos de enfermedades autoinmunes, como el cáncer o el sida.

En todo caso, lo original en el actual discurso electoral gringo es que se haya colocado el tema de la salud en medio de un mundo reconvulsionado por las amenazas y despliegues de guerras multifactoriales, químicas, biológicas y tecnotrónicas, cuyos niveles de terrorismo generan tales niveles  de ansiedad y estrés que, lejos de reestablecer el equilibrio celular, lo mantiene alterado o lo aceleran hasta el paroxismo crónico.

El cáncer una enfermedad netamente capitalista

Curar el cáncer implica acabar con el capitalismo. El desequilibrio celular en los seres vivos está directamente relacionado con la enfermedad social de la «explotación del hombre por el hombre» que es característica de la cultura del capital.

Por supuesto que el cáncer o, mucho más recientemente, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) no tienen por única causa la exógena socioeconómica que es propia a la manera como se producen capitalistamente los bienes. Pero es evidente que las condiciones de presión y depresión, angustia y estrés que recaen fundamentalmente en la clase trabajadora crean un «caldo de cultivo» para agudizar el desequilibrio en el sistema inmunológico.

Trump y la Revolución

Es obvio que el candidato republicano para la reelección en los Estados Unidos no ha saltado ni saltará la talanquera para colocarse al lado de los oprimidos y defender sus causas.

Tampoco lo hará el candidato demócrata. Lo que sí parece evidente en la actual campaña gringa es que los amos del mundo, los integrantes del ya famoso y ni tan secreto Club Bilderberg, han girado instrucciones para salvar al hegemón (asentado geográficamente en territorio estadounidense) y no dejarlo caer víctima del cáncer que ellos mismos han generado.

Bilderberg sabe que para curar el cáncer hay que sacrificar el capitalismo. Y, por ahora, como que no es para tanto.

Ilustración: Xulio Formoso