A pesar de la lluvia

Finalmente decidimos caminar y escapar del colapso de las 4:30pm, para huir de la tranca y del embotellamiento o de cualquier otra nominación que nos deje atrapados en la ingesta de las horas muertas llamadas también horas picos.

La llovizna caía como un prisma filtrando la luz de la tarde.  Modo: Polaroid.

Me desplazaba sobre aquella mínima porción de libertad que implica moverse en una ciudad sitiada por el “pánico”, caminando, sin excesiva paranoia, sacándole dos al país que tenemos.

Habían pasado meses desde la última vez que llovió, ni una gota de agua en mucho tiempo.

– Maldito gobierno de mierda.

Así que caminamos a través de la llovizna casi imperceptible bajo el roció marginal de un atardecer contaminado, sin ninguna otra razón que ir a la deriva y asistir obligados a los efectos del cambio climático.

–Maduro coño e’tu madre.

La sequía que traía el fenómeno del niño había arrasado los embalses que surten el agua en todo el país, reduciéndolos a lodazales.

La situación del agua era crítica y el gobierno había tomado algunas medidas, como la suspensión de clases, declarando algunos días no laborales para la administración pública.

Caminamos sin saber exactamente hacía donde íbamos.

Para los situacionistas, una deriva se diferencia de un paseo porque no hay en ella la noción de un lugar a donde se pueda regresar.

Perderse en la ciudad voluntariamente no es tan fácil como se podría pensar. Se debe tener algún otro tipo de conocimiento en ausencia de lo que se “conoce”.

Pero esa tarde tampoco iríamos muy lejos.

Tan pronto como el relato lo vomite, reapareceríamos en un restaurante chino, sobreviviendo a la crisis, como parte de la vida nacional, pendiente de unas bien frías.

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Era viernes y como la gente lo dice: El cuerpo lo sabe.

Las cortinas blancas decoradas con una hiedra de colores oscuros, anunciaban el fantasmeo del mesonero que se acercaba lentamente hacia la mesa.

Paso a paso, el chino venía perdiendo la manera de caminar y hasta su forma humana. Lo traía una tremenda ladilla que cargaba encima:

– Si no ordenan algo para comer, no vendemos cerveza.

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La situación me recordaba los momentos que vivimos en los días del paro. Modo: 2002 (posteriores al golpe). Pero, aún más recrudecido en el intento de estrangular las contradicciones del binomio entre el cierto estado de bienestar que habíamos alcanzado y el capitalismo voraz. Modo: 2016. (Golpe permanente y bloqueo económico no declarado).

– Cerraron la planta “Centro Norte” de la Polar. Si quieres un refresco también debes comprar comida.  A pesar de la lluvia, la gente se está comiendo su lumpia. ¡No tenemos patria pero tenemos Black!

Tan ejercitados estaban estos, chinos en el arte de la geopolítica que un día como hoy, (aunque, parecía que llovía) promocionaban la nueva cerveza de Mr. Lorenzo M, que evocaba más a los Blackwater,  que a alguna célula anarco-maoísta de los 70. Modo: Vintage.  

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