¡Qué rabia!

Todos los niños alrededor de los 2 años de edad, algunos varios meses antes, y aproximadamente hasta los 4 años, experimentan momentos muy intensos, desagradables y hasta penosos cuando comienzan a hacer las famosas RABIETAS. Algunos se tiran al piso, patalean, gritan, otros lanzan cosas que tengan a mano, lloran sin parar, o incluso agreden pellizcando, mordiendo o golpeando a quien tienen cerca o a sí mismos. La intensidad y duración de estos episodios varía según la personalidad y carácter de cada niño y además del manejo que los familiares tengan de cada evento.

Las rabietas son incómodas y nos hacen disgustar, pero debemos estar claros en que es un proceso evolutivo normal y que no somos «malos padres» por no poder evitarlas. Tratemos de comprender: los niños pequeños aún no tienen la madurez neurológica que les permite razonar sus conductas. La zona frontal del cerebro está en pleno desarrollo, y aún no logra controlar las emociones, sus reacciones están casi en su totalidad gobernadas por sistemas primitivos que le hacen “estallar” para poder drenar y expresar sus sensaciones. Es una especie de colapso emotivoy la respuesta para solucionarlo es que el cuerpo responda liberando energía (así como cuando a los adultos nos provoca lanzar una puerta o golpear una pared…). Cuando el niño comienza a experimentar nuevas sensaciones, entre ellas la frustración, porque comenzamos a decirles NO: “no toques eso, no puedes jugar con eso, no podemos salir”; y cuando comenzamos a poner límites y reglas: “tienes que bañarte, es hora de dormir, tienes que vestirte…” se desencadenan los berrinches.

 Los adultos vemos como «malcriadeces» estas expresiones naturales de inmadurez emocional y es por eso que al no comprenderlas no sabemos cómo actuar. A medida que el niño madure y pueda controlar ciertas emociones se irán extinguiendo las rabietas, pero es un proceso lento que amerita mucha paciencia.

Hay ciertos consejos para hacer más llevaderos esos momentos, tanto para los padres como para los hijos, entre ellos están:

1.- Evitarlas: el interés del niño por algo: un juguete, una persona, un ambiente, si es cortado violentamente traerá como consecuencia una rabieta. Lo mejor es distraer la atención en otra cosa que le interese y estimularlo a iniciar otra actividad. Menos frustración menos rabia. Es verdad que el niño necesita límites, pero tampoco es conveniente, si podemos evitarlo,mantenerlo en lugares o situaciones donde no pueda hacer o tocar nada, como por ejemplo una oficina. Allí de seguro pasaremos por el mal rato de tener que presenciar un berrinche.

2.- Darle opciones: si quiere algo indebido o peligroso se puede negociar con el bebé por algo diferente, explicándole por qué no puede hacerlo. El entendimiento con palabras sencillas y dulces es mayor que con golpes o violencia.

3.- Dé el ejemplo: Mantenga la calma.Sea su modelo a seguir: converse, no grite, evite agresiones con el bebé.

4.- Sea paciente: La madurez emocional se acelerará si el niño es tratado con respeto y cariño.

5.- Proteja al niño: durante las rabietas el bebé puede hacerse daño al caer al piso o golpearse, trate de protegerlo en lo posible de algún accidente, por ejemplo conténgalo si están en la calle o cerca de escaleras.

6.- Dele espacio y tiempo: espere a que pase la rabieta, algunas son cortas y fugaces otras son más largas, pero todas se acaban. El niño necesita desahogarse y esa es su forma de hacerlo. Trate de comprenderlo, no lo agobie durante la rabieta, cuando todo pase puede consolarlo y explicarle lo que sucedió.

7.- No prolongue la rabieta: si Ud grita, golpea o amenaza durante el momento crítico empeorará la situación. Espere unos segundos que disminuya la intensidad y dele consuelo. Durante la rabieta el niño sufre realmente y necesita más que nunca de amor y comprensión para calmarse.

8.- No cambie de opinión: Si le decimos a algo que NO y luego de la rabieta o durante ella accedemos y cambiamos de opinión permitiéndole lo negado, el niño aprenderá que es una herramienta para obtener lo que quiere. Este es el peor error. Sea firme, constante, Ud es la figura en quien más confía su bebé, gánese su respeto. ¡Suerte!

Morella Martínez

Dra. Olga Morella Martínez de Herrera. Médico Cirujano de la Universidad Central de Venezuela. Postgrado de . Pediatría y Puericultura del Hospital Universitario de Caracas, UCV. Miembro activo de la Sociedad Venezolana de Pediatría y Puericultura. Promotora y Consejera de Lactancia Materna (CELACMA y Facultad de Medicina UCV).

Madre de dos maestros de vida.