Siete años sin ti pero contigo

«No me importa la muerte,
ya uno trascendió»
Hugo Chávez

Al Comandante le encantaban las rancheras, las canciones de despecho y, por supuesto, los desafíos copleros cantados en las fiestas de joropo en los llanos venezolanos. Era un amoroso enamorado, con el acento progresivamente colocado en su raíz de pueblo.

Murió asesinado. Llevado progresivamente a un lecho por sus enemigos imperiales, como para que se sintiera frágil, derrotado, vencido, muerto. Sin embargo, hasta la víspera de aquel 5 de marzo de 2013, se mantuvo erguido, estratega, planificando y convencido de estar inaugurando la era de quienes no araron en el mar, sino que ratificaron en campos fértiles los sueños de Bolívar y de Marx de alcanzar lo que el propio Chávez resumió en un nuevo concepto, el de «Patria Socialista».

«Sin ti pero contigo», Chávez. Como en los versos de una de esas baladas que también tarareaste entre amigos y en el conjuro de algún despecho. Así nos quedamos, quienes en ti seguimos teniendo el nombre exacto del acierto, de «la razón amorosa» de esta Revolución Bolivariana: nos quedamos sin ti, porque lograron arrancarte del espacio físico, pero jamás del espíritu, del de las convicciones, de la lealtad, de la conciencia proletaria y campesina, de las sonrisas y los regaños, de la palabra siempre amorosamente firme para decir lo necesario.

Pero, Chávez, aunque nos dejaron sin ti, aquí estamos contigo. Han sido siete amargos y desafiantes años en los que hemos tenido que observar como siguen queriendo matarte en lo cotidiano, hacer desaparecer tu memoria, banalizar tus obras y tus hallazgos, asesinar tus enseñanzas.

Los amos del mundo, esos enemigos a los que combatiste en todos los escenarios, sus lacayos, traidores de toda cepa, siguen temblando ante tu figura de gigante. Quieren que tu muerte sea verdadera, que tus siembras no fructifiquen en cosechas, que tu memoria no perdure, que el olvido la desaparezca.

La guerra es multifactorial en tu contra, porque tú supiste celebrar de contento que el siglo XXI comenzara en 1989 y no después de pasados los noventa. Tú supiste armar de coherencia histórica aquel sacudón antiimperialista y contraneoliberal del 27F, al que no asististe porque «tenías gripe» y tampoco habías aprendido a estar «omnipresente», como más tarde lo asumiste al ir desenmarañando el «Por ahora» de esperanza, con el que despertaste a muchísimos la conciencia, aquel 4 de febrero de 1992.

Siete años después, seguimos contigo aunque no estés aquí y aunque a diario quieran seguir matándote para la esperanza de los pueblos que luchan por su libertad, en cualquier parte de mundo… «es una conducta histórica de la extrema derecha, de la derecha o de la contrarrevolución, a lo largo de 200 años y más. (…) La burguesía, la oligarquía, la extrema derecha subordinada al imperio norteamericano. Es una constante histórica (…) y ellos siguen actuando hoy con ese plan bajo la manga, tú lo sabes muy bien (…) no hay que olvidarlo un solo día». Siete años después, lo recordamos sin ti, pero contigo.

Ilustración: Iván Lira