¿Qué peroles te llevarías el día que emigres de tu país?

Cada persona que emigra, por cuestiones de fuerza mayor tiende a dejar en casa algunas cosas materiales que la maleta no le permite llevar, ya sea por el tamaño o porque el sobrepeso que te van a cobrar es «como para coger palcó».

Todos tenemos esos objetos que nos acompañan en nuestra vida diaria y que si en algún momento no están, uno llega hasta a sentirse incompleto sin ellas, me refiero a relojes, pulseras, cadenas, zarcillos y toda esa cantidad de cachivaches que podríamos colgarnos encima, este tipo de cosas pueden entrar en una maleta sin problemas.

Pero… ¿y las que no? Como por ejemplo: tu cama, ninguna será igual a tu cama, en ningún lado del mundo, tú sillón o mueble favorito para ver la tele, hay quienes quisieran llevarse a su mamá o papá, a la novia o novio.

Es algo difícil poder llevarse tanto perol en una o dos maletas de 23 kg cada una, no conozco a la primera persona que su vida quepa en tan reducido espacio con ese límite de peso.

Por ejemplo, yo me llevé algunos libros, no tan pesados, para que no se me pasara el límite de la maleta, mis zapatos favoritos y unos que me compre para el frío que iba a enfrentar, una foto familiar que nos sacamos en el aeropuerto y la ropa más apta que tenía para soportar climas muy fríos, la mayoría de mis objetos de valor, tanto monetario como sentimental.

Mi mama los metió en el maletero del carro del señor que nos llevó al aeropuerto, y de ahí ella se fue con eso para la casa, no me imagino lo difícil que tuvo que haber sido para ella el acomodar mi ropa mis zapatos y todas mis cosas, meterlas en bolsas y después en cajas, y arrimarlas en un cuartico que tenemos para guardar peroles en la casa. Tuvo que haberse sentido muy triste en ese momento, pero como buena madre, en el fondo estaba feliz porque uno de sus cuatro hijos se le ocurrió dejar el país para alcanzar sus sueños.

Sería interesante saber, cuáles serían los objetos, que ustedes amigos lectores, se llevarían consigo a su nueva vida y cuales no.

Yo me habría traído, de haber podido, mi primera cama. Me la regalaron cuando tuve mi cuarto propio por primera vez, en ella dormía como en las nubes porque dormía solo y sentía que dormía en el espacio infinito, y antes de eso dormía con mi hermano y con mi mama en una cama matrimonial, no digo que dormíamos mal, todo lo contrario, pero cuando ya tienes tu cama, es otro gallo el que canta.

Recuerden, lo material no siempre te llenará de felicidad, pero estamos claros que te ayuda a vivir mejor.