Brasil: una protesta fuerte, pero más pequeña

“Esta vez se movilizó menos que en marzo y abril, la gente se está cansando un poco, esperamos que vengan más a la marcha de septiembre.” El balance es del abogado Aldo Julio Ferreira, coordinador jurídico del Movimiento Brasil, entidad organizadora del acto por el impeachment contra Dilma realizado ayer en Brasilia, a 300 metros del Palacio del Planalto, presidencia, donde seguramente recibieron con alivio los números de la protesta a nivel nacional, que estuvieron abajo de lo esperado por el opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), cuyo jefe Aécio Neves participó por primera vez, y las agrupaciones neocons, buena parte de ellas conducidas por jóvenes de clase media.

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Eran las 13.10 frente al Congreso Nacional cuando comenzó a ser desinflado el muñeco de goma de 10 metros de altura con la imagen de Lula vestido como presidiario. “Nos costó 12.000 reales (48.000 pesos) que juntamos haciendo una vaquita con muchos amigos contrarios a esta banda podrida del PT, la más corrupta de la historia. Lula es el jefe de la gavilla y tiene que ir preso, tienen que ir presos todos los petistas. ¿Sabe qué está faltando? gente nueva de centroderecha”, declaró Ferreira a Página/12 enrojeciéndose de una rabia compartida por dos señoras que lo ayudaron a plegar los brazos de látex.

“¿A quién votaría después de que se vaya Dilma? Al juez Sergio Moro tal vez, es una personas honrada, un luchador que va para adelante contra los corruptos.” Bruno Torres Souza, de 30 años, empleado del Poder Judicial se sumó a la charla para denunciar “ante la prensa internacional que Dilma y el PT están infiltrando el país con mercenarios extranjeros. Con los Más Médicos (programa de salud en zonas pobres) ellos metieron militares cubanos escondidos entre los doctores para que cuando la gente la eche a Dilma, haya milicias armadas dirigidas por los cubanos y la CUT (Central Unica de Trabajadores)”.

Desde el cantero ubicado en el medio del Eje Monumental, la superavenida brasiliense de 250 metros de ancho, se observaban grupos de personas separadas por 5 a 10 metros de distancia, lo que permitía divisar perfectamente los dos predios laterales, el de la Cancillería y el Ministerio de Justicia. Esto no ocurría en la concentración multitudinaria de marzo ni en la menos numerosa de abril cuando hubo unas 30.000 personas. La impresión del cronista carece de rigor, pero coincide con la opinión del abogado Ferreira sobre la merma en el número de indignados.

DesdeLaPlaza.com/Página 12.ar/AMH

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