Once, doce, trece…

XI

El horror lo vieron y vivieron al final de los años 80 en un país gobernado por injustos manipuladores, que no tuvieron ninguna consideración con un pueblo que era asesinado a diario por doble tanda: por hambre y por balas, rezaron once veces porque un escenario así no se repitiera nunca más.

Las familias lloraban once veces, cada día, por aquellos que fueron desaparecidos y que impunemente no pudieron hacer otra cosa que recordarlos porque la justicia del país quedó enterrada en la peste.

Cambiaron hasta de código postal, pero sus valores de solidaridad y de igualdad estaban intactos, muy adentro de los corazones que latían once veces muy fuerte ante las injusticias de la calle.

A las once de la noche de ese abril que fue rebelde, conocieron de lo que eran capaz los del cuello impecable, once veces repicaba el teléfono para saber si estaban todos completos, sanos y salvos. Once oraciones por los que se supo que cayeron. Once gritos de dolor. La canalla ganaba una batalla ese jueves once.

XII

Doce vueltas dio en la cama antes de levantarse, con las ganas de que todo volvería a la normalidad y se tejiera un nuevo manto con el hilo constitucional que los esbirros habían deshecho. Pero no. Eran las doce del mediodía y no había sino dibujos animados en las pantallas, como si se burlaran de todos los que habían dado su vida por sus ideales el día anterior. El pato lucas y el conejo bugs no convencían con esas risas fingidas detrás de tanta impunidad.

No había carros en la calle, un silencio en el ambiente que era la antesala del horror, del barrido que darían esa tarde cuando, con las doce líneas de un párrafo, el tal Carmona pasaba por encima a todas las leyes, arrasando con la democracia y con la voluntad del pueblo. Whisky y galleticas para las joyas y tacones que se pavonearon por el palacio, sin contar con que el desdentao y patenelsuelo que siempre les había asqueado ahora conocía la constitución, había aprendido a leer y ya no se iba a dejar arrebatar lo que tanto había costado.

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Discurso de Pedro Carmona Estanga

Púyala carajo! de pronto comenzaron a sonar los teléfonos, confusión, sonrisas forzadas y movimiento de las tropas leales a la patria tuvieron un efecto de insecticida ante tanta plaga que se asomó de farandulera para gritar libertad. La calle había hablado, y con doce banderas gritaban: ¡queremos ver a Chávez, él no ha renunciado, lo tienen secuestrado!

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Expresión del pueblo frente a Miraflores exigiendo el regreso de Hugo Chávez al poder

XIII

Trece personas a su rescate en la isla de la Orchila, se acercaba el helicóptero, algarabía, pasión por el despertar del pueblo. Ese mismo pueblo que tumbaba en pocas horas a un gobierno ilegítimo que pretendió imponer los intereses de afuera, antes que la voluntad del soberano. Sin poder mediático ni ayuda extranjera ni sectores traicioneros del alto mando militar, el pueblo trabajador, el pueblo sin armas, el pueblo con la conciencia política clara y la determinación de que no se repitieran eventos pasados, hacía historia. Volvió y se quedó para siempre.

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Regreso de Chávez al poder

DesdeLaPlaza.com/ Victoria Torres