¿Qué hacer cuando tu perro se va para siempre?

Ok, aparte de llorar y sufrir como es natural, hay que calmarse. Pasar por este trance no es nada fácil, porque se trata de una pérdida que puede ser comparada con la de cualquier familiar o amigo.

Muchas personas se sorprenden ante las emociones que afloran tras la muerte de su compañero de cuatro patas, es decir, de su perro. Se llegan a sentir, incluso culpables, por el dolor que sienten.

En esos momentos vale la pena recordar que el perro era parte del círculo familiar, de la rutina y del hogar.

A veces, las personas no son conscientes, que no solo es un duelo que se vive, sino que también se sufre por la pérdida de esa época feliz, el recordar los buenos momentos y sobre todo los lazos que se crean con el animal. Es realmente increíble la compenetración que se puede tener con una mascota.

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El amor que da una mascota, va mucho más allá de su muerte… Es un nexo que jamás se acaba

No te de pena llorar por tu perro

Por nada del mundo la persona que ha sufrido semejante pérdida debe sentir vergüenza por sentir dolor, hay que llorar todo lo que le den las fuerzas. Es un ser que te acompañó mucho (o poco) tiempo. Es ese animal que has visto crecer e incluso ver morir de anciano.

Es totalmente normal sentirse apático ante su ida, sin ganas de ver a nadie, sin ánimos de nada, incluso, estar sin ganas de probar bocado.

Fases por la que pasa la persona ante la pérdida de su mascota

Llega el momento de superar las diferentes fases del duelo. En realidad, se trata de  un proceso de ajuste emocional, tras de la pérdida de un ser querido, durante el cual, diversas emociones compiten entre sí.

Tiene diferentes etapas que pueden explicarse separadamente pero que, casi nunca se presentan de un modo ordenado. Pueden solaparse y mezclarse entre sí, pero, para completar el proceso de asimilación, hay que experimentarlas todas.

Seguramente habrá días mejores o peores, y a veces, lo que se creía superado se vuelve a sentir. Hay muchas clasificaciones pero te daremos éstas que están basadas en el modelo Kübler-Ross.

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Hay que drenar todo el dolor

La Negación

La negación es la primera etapa de duelo, se produce cuando nos negamos rotundamente a aceptar la pérdida. No quieres creer lo que pasó. No crees que nunca volverá.

El Enfado

Con uno mismo o con los demás. Es la ira, rabia, cólera, furor y coraje que sentimos cuando sabemos que sí ha ocurrido, que sí es verdad,  que ha muerto nuestro ser querido.

La Negociación

La negociación es la etapa en que intentamos hacer algún tipo de trato, pacto o acuerdo de alguna manera.

Después de la muerte, se va hacia atrás y se analiza la situación y el qué hubiera pasado si las circunstancias hubieran cambiado.

La Depresión

En esta etapa, las personas se sienten  angustiadas, miedosas, afligidas, a menudo lloran y, en cierta manera, se sienten culpables o arrepentidas.

Empiezan a darse cuenta de que la pérdida es irrevocable, y que deben continuar viviendo, sin la presencia de algo tan importante en sus vidas.

La Aceptación

La aceptación es cuando la persona se siente preparada para aceptar el hecho de la muerte de su amigo canino.

Son conscientes de que nunca más volverá y retoman nuevamente sus vidas de un modo más tranquilo.

Esto no significa que dejen de pensar en ellos (pues siempre lo acompañarán en sus pensamientos), sino que pueden seguir adelante aceptando el hecho de que nunca más estarán a su lado.

¿Qué puedo hacer para superar el dolor de la pérdida?

Algunos consejos sencillos que pueden ayudarte a afrontar de la forma más positiva posible, la pérdida de tu perro son:

Siéntete libre para llorar

Las lágrimas expresan el dolor que sentimos y ayudan a liberar la angustia interior.

Es normal echar de menos al ser querido y admitirlo es el primer paso para afrontar la pérdida.

Nunca te culpes porque se haya ido

Es algo frecuente, sobre todo, ante situaciones de pérdidas traumáticas y repentinas como las sucedidas a consecuencia de un accidente o de una enfermedad relámpago.

Que afloren estos sentimientos es algo normal, puesto que nos sentimos responsables del bienestar de nuestro animal y no entendemos cómo ha podido suceder.

En cualquiera de los casos, tu amigo se ha ido para siempre y no tiene sentido buscar culpables.

Cuando los buenos recuerdos ganan terreno al dolor

Los recuerdos agradables han sido muchos y los buenos momentos compartidos estarán ahí siempre.

Con el tiempo, la sensación gris desaparece, dejando paso la calma que produce la memoria tranquila de nuestro amigo peludo.

Satisfacción de haber ayudado a un peludo rescatado

La cosa se hace un poco más intensa cuando el amigo que se va es un animal rescatado de las calles. Los rescatistas saben esto de sobra, porque al recoger a un animal de estos, los lazos que se crean entre ambos es muy fuerte.

Cuando veas un animal de la calle sé gentil con él, si puedes darle un hogar será muy agradecido. Puede darte muchos años de compañía y amistad sincera.

Musa
«Musa» fue una perrita rescatada cuando era cachorra en un colegio, tuvo una vida feliz y plena junto a sus dueños. Gracias a esos héroes anónimos que la rescataron tuvo un hogar lleno de amor y comprensión, murió a una edad avanzada de 15 años.

La pérdida del perro es un momento difícil, sin duda, pero no debemos perder de vista que, con el paso del tiempo, los recuerdos se convierten en algo agradable y se disipa el dolor.

El tiempo que nos ha regalado el animal es algo que valoraremos aún más y debemos tener presente que siempre ha sido y será un miembro querido y recordado de la familia.

No hay un período establecido para que la el dolor se vaya,  pero lo que es seguro es que lo superarás.

DesdeLaPlaza.com/Srperro/Miguel de La Rosa