10 tips para saber si estás listo para un intercambio de pareja

En algunos rincones de las islas Chuuk, en la Micronesia, los hombres, solteros o casados, salen cada noche con una lanceta de madera en la mano, cada una de diferente tamaño, y la depositan en la cabaña de la mujer elegida. Ellas, solteras o casadas, esperan impacientes. Si el palo les gusta, abren la puerta. Si no, lo devuelven y su dueño corre en busca de otra dama. ¿Aceptaríamos tal soltura en la vida occidental? Quizás sí. El experimento más cercano es el intercambio de pareja, aunque, a pesar del revuelo, no parece que sean el mejor acicate para reavivar u oxigenar nuestra vida sexual si el vínculo del amor no es sólido.

El sexólogo e investigador Manuel Lucas Matheu, estudioso de la sexualidad humana en diferentes culturas, vio cómo la apertura de locales liberales y clubs de intercambio de pareja en España trajo consigo muchas rupturas.

«Muchos saltaron al ruedo como toros de Miura. Indómitos y temerarios. Por falta de costumbre o mala gestión emocional, este tipo de prácticas no suelen traer demasiada dicha a la pareja«.

En nuestra cultura aún pesa demasiado aquello de ‘caballo, mujer y pistola, son prendas’ que no se prestan. «Hace falta ser valiente, tener mucha seguridad y un deseo intenso de experimentar con el placer para sugerir a nuestra pareja un intercambio.

Pero puede que, una vez hecha la propuesta, la tentación se vuelva irresistible», señala Lucas Matheu. Y puede también que se inicie un diálogo abierto y positivo, primero con uno mismo y después con la pareja, y quien recibe tal proposición empiece a sintonizar con esos mismos gustos y apetencias.

Pero puede ocurrir también que la proposición suene a algo así como ‘vender el alma al diablo’, más propia de un pervertido o de un coleccionista de placeres que de la persona que te ama.

Hay que decir que, de acuerdo con el sexólogo, en el 80% de los casos, el hombre toma la iniciativa. Y en el resto, él suele responder con agrado. Para ellas, sin embargo, provoca a menudo un dilema cargado de sensación de fracaso o de impotencia, que acaba por bloquearla.»Es posible que ceda -indica Lucas-, pero si lo hace bajo presión o por el miedo al abandono, en lugar de ser una vivencia relajada y divertida, se convierte en algo hostil y torpe».

En el intercambio de pareja no puede haber falta de seguridad o dudas. Tampoco tomarlo como solución para salir de un bache. Más que solucionar, lo agudizaría. Por eso, la primera cláusula de este pacto debería ser una buena gestión emocional. Nada de celos. Nada de caer en el tópico de sacar a relucir culpas propias o ajenas. Y nada de pensamientos irracionales.

Incluso cuando jugamos con lo misterioso, la capacidad de gozar es individual y cada uno debe tomar el control de sus deseos, sintiéndose dueño de su cuerpo y protagonista en cada momento de su disfrute.

Pero, ¿cómo saber si estamos preparados para salir ilesos de un intercambio de pareja? Lucas Matheu ofrece algunas pistas:

Será magnífico si ese rasgo de quebrantamiento de la normalidad lo tomamos como algo muy excitante, sin remordimientos o resentimientos posteriores.

Al ser una conducta abierta, puede aplacar la ansiedad que provoca la falta de confianza en la pareja y espantar de paso el fantasma de la infidelidad.

Puede servir para subir la temperatura sexual y rearmar el repertorio de prácticas.

¿Por qué no aprovechar el placer que vamos a recibir en un intercambio como un aprendizaje para conseguir después satisfacción sexual con nuestra pareja?

Una vez probada la experiencia, quizás dejemos de idealizar los placeres lejanos y nos centremos en el gozo cotidiano y más simple de quien tenemos al lado.

Será también positivo comprobar que esa sensacional liberación de endorfinas, que puede actuar como antídoto contra la monotonía, tiene un efecto muy limitado.

Está bien si esta permisividad es puntual, para dar chispa a la relación, pero el vínculo de amor debe ser fuerte y estar consolidado.

Habrá que pactar límites y condiciones, sabiendo de antemano qué tipo de estímulos e invitaciones recibiremos en estos lugares.

Este tipo de aventuras multiplica el riesgo de enfermedades de transmisión sexual. Cualquier precaución es poca.

Si finalmente es una experiencia deseada y pactada por los dos, lo mejor será lanzarse con absoluta confianza a lo desconocido, dejarse llevar y saborear su placer.

DesdeLaPlaza.com/ElMundo/MB

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