9 datos curiosos sobre las prácticas sexuales en el antiguo Egipto

Prácticas sexuales

Se dice que la sexualidad es un fenómeno social, pues sus costumbres y prácticas cambian en función del tiempo, la región y la cultura. Surgen ejemplos a lo largo de la historia de la humanidad: previo a la dominación católica, el incesto era una práctica común en las antiguas civilizaciones; también la presencia de acompañantes jóvenes masculinos –menores de 16 años– exclusivos para dirigentes y aristócratas romanos; la desnudez, el deporte y la homosexualidad solían ser los tres símbolos de la vida civilizada en la Antigua Grecia; entre otros.

Son prácticas que en la actualidad pueden considerarse impactantes, diferentes e inclusive hasta perversas, pero la realidad es que en su época y en su ubicación geográfica, formaban parte de la cotidianidad de las personas. De acuerdo con los estudios arqueológicos realizados sobre el Antiguo Egipto, estas son algunas de sus prácticas sexuales que en nuestros días podrían asimilarse como pervertidas: 

Los faraones permitían el matrimonio entre hermanos e hijas, con el fin de preservar la pureza del linaje. El incesto estaba permitido entre los egipcios, pues incluso tenía un carácter ritual en la ceremonia de iniciación a la adolescencia.

El Papiro Erótico de Turín muestra miembros de la corte, los sacerdotes y altos cargos formando parte de orgías con frases como “Ven y métemela por detrás”. En su texto «Apuntes sobre la erótica y la sexualidad en el Antiguo Egipto» el profesor Jorge Roberto Ogdon explica que “el acto sexual, en el Egipto faraónico, según la evidencia disponible, se representó de una manera natural y sin tapujos”.

Las mujeres gozaban de autonomía –pues no se encontraban bajo la dependencia legal del marido. Los matrimonios se realizaban a los 14 años de edad de las mujeres y los 16 de los hombres, sin necesidad de una ceremonia de casamiento ni de enlaces fiesteros; se entendía que cuando los miembros de una pareja se iban a vivir juntos, se realizaba un contrato sobre la futura crianza y custodia de los hijos. En la obra del egiptólogo Montet, La vida cotidiana en Egipto en tiempos de Ramsés, está el testimonio de una joven recién casada con uno de los hijos del faraón: “Me llevaron como esposa a casa de Naneferkaptah. El faraón ordenó que me entregaran espléndidos regalos en oro y plata y todas las personas de la casa real me los presentaron”.

 La poligamia estaba permitida, principalmente entre las clases dirigentes, que mantenían varias concubinas siempre y cuando se respetara la posición de la esposa en el entorno familiar. Por ejemplo, se retoma el caso de Ramsés II, quien a sus 91 años aseguraba haber tenido más de 20 reinas y una multitud de concubinas. Inclusive, en los textos antiguos se dijo que fue padre de más de 100 hijos.

Las prostitutas eran conocidas como kat tahut –que quiere decir “vulva”–, y solían dominar las artes de la danza, la música y el erotismo; mientras que las felatrices eran prostitutas especializadas en felaciones y se distinguían por el color intenso de sus labios. 

El sexo oral en el Antiguo Egipto nació con un mito del asesinato del dios Osiris. Se dice que cuando fue asesinado y descuartizado por su hermano Seth (el mal), tanto su esposa como su hija viajaron alrededor del mundo recolectando todos los pedazos del cuerpo de Osiris. Al no encontrar su pene, la esposa decidió esculpir uno en arcilla, lo unió a su cuerpo y lo devolvió a la vida mediante una felación.

Se dice que el dios Atum –“El que existe por sí mismo”– se formó de la nada, por lo que se masturbó y de su semen nacieron los dioses que le ayudarían a crear y gobernar el universo. Por esta razón, los egipcios consideraban el flujo del Nilo como parte de la eyaculación de Atum, apreciando que el faraón en turno se masturbara en una ceremonia en conmemoración al acto del dios para esperar que el semen cayera dentro del río y no en la orilla. Posterior a su acto, el resto de los asistentes a la celebración hacía lo mismo.

El primer consolador de la historia se le atribuye a esta civilización, y se fabricó con restos del pene de un cachalote.

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