¿Por qué comemos alimentos con muchas calorías como premios?

¿Quién no ha tenido un día estupendo y, como recompensa se ha permitido comer algún capricho —bombones, pasteles, un helado, una pizza…— o, por el contrario, ha tenido una jornada malísima y se ha lanzado a estos alimentos con la excusa de animarse? ¿Por qué es tan habitual recurrir a estos alimentos altamente calóricos para sentirse reconfortado?

Hay expertos que aseguran que las personas aprenden a apreciar estos alimentos desde la infancia, puesto que la leche materna, como primer  alimento que tomamos, es dulce, lo que nos transmite sensación de placer y ternura.

La respuesta también está en que cuando comemos por primera vez un alimento que nos resulta muy apetecible, normalmente rico en grasas y azúcares, nuestro cerebro libera una sustancia denominada dopamina en proporción al grado de placer que nos genera dicha ingesta. La dopamina es la causante de que busquemos de nuevo el modo de proveernos de ese alimento y de que se guarde en nuestra memoria el buen recuerdo que nos aportó dicho alimento.

Además, cuando el nivel de dopamina cerebral es bajo, se buscará de manera inconsciente y rápida el modo de elevarlo. ¿Cómo? Comiendo chocolate, dulces, embutido, papas fritas… de manera casi impulsiva, a veces sin masticarlos bien y en grandes cantidades.

Haciendo esto, la dopamina cerebral aumenta e inmediatamente notaremos que nos sentimos mejor, una especie de premio o recompensa. Es lo mismo que ocurre con el cigarrillo o el alcohol», aseguran.

Desde la Plaza/ABC/AMH