China y su otra muralla que quizás no conoces

No hay nada más reconfortante que sentarse a la sombra de un árbol para leer, y lo es más aún si venimos de una agobiante jornada de trabajo, estudios, o simplemente porque no soportamos el calor inclemente que se ha instalado – sin intenciones de irse, por lo menos hasta el mes de junio- en el país.

Pues sí, puede sonar muy cliché pero los árboles nos refrescan, nos cubren del sol y hasta pueden ser los mejores aliados de las personas que viven en zonas con altas temperaturas y sol implacable. Solo basta ver en la plataforma de videos YouTube como las tormentas de Arena en el desierto de Gobi –entre el norte de China y el sur de Mongolia- afectan la salud de los habitantes, la visibilidad de las ciudades cercanas y dañan las áreas de cultivos.

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Y a qué recurrieron las autoridades chinas para resolver este problema natural, a los árboles o a lo que ellos llaman su Gran Muralla Verde, en la que trabajan desde 1978 y que para 2050 tendrá más de 100 mil millones de árboles en una extensión de 4.500 kilómetros, -el equivalente a la distancia entre Caracas y Rio de Janeiro- con un ancho que varía entre los 236 y 537 metros. Increíble, toda una zona cubierta de pulmón vegetal para elevar la cobertura de bosques y al mismo tiempo evitar que el desierto de Gobi se siga expandiendo.

Pero esto no es todo, este cinturón forestal considerado como “la obra de ingeniería ecológica más grande del mundo”, ha logrado que las tormentas disminuyan desde que se inició su plantación y como «bonus» en los últimos doce años ha absorbido más de cuatro mil millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2) y otros gases.

Una muralla verde con objetivos similares se está implementando en el desierto del Sáhara en África, con la cooperación de once países de la región (Burkina Faso, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Malí, Mauritania, Níger, Nigeria, Senegal, Sudán y Chad), además de organizaciones internacionales, institutos de investigación, la sociedad civil y organizaciones de base.

Impresionante lo que se puede lograr con plantar un árbol y confiar en las bondades de la naturaleza, pero mientras esto pasa en China y en África, en Venezuela no pelamos oportunidad para «echarle machete’» a cualquier árbol que se no atraviese en el camino, ya sea para ampliar vías, hacer puentes provisionales, decorar nuestros hogares y hasta para hacer la leña para el sancocho del fin de semana.

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