Con tarjeta o la vida

Definitivamente existen personas que no se cansan del hecho de querer joder a los honestos y nobles venezolanos.

Lo más arrecho de esto, es que en su mayoría son los mismos paisanos nuestros, con la feroz y agresivas ganas de enriquecerse a costillas de los pendejos.

Como a todo le buscan la vuelta para escoñetar más y más, y cada día más el bolsillo de la gente, ahora la nueva modalidad para adquirir algún producto o algún servicio, es condicionarte el precio según tu modalidad de pago.

Esta ilegal y «coño e’ madre» práctica, viene sucediendo ya hace algunos meses atrás, como una manera de obligar a los ciudadanos a gastar, por pagar más barato, el poco efectivo que logran obtener debido al mismo peo económico de escasez de efectivo producto del contrabando de billetes a Colombia.

Debido a esto, la otra opción obligada del venezolano es contar con la tarjeta de débito o crédito para cancelar una transacción comercial. Pues entonces, contrario a la anterior, el precio es mucho más elevado ya que así el “comerciante lambucio” se hace con una mayor ganancia. ¿Por qué no aplican la vaina a la inversa?, seguramente no obtendrán los mismo resultado. Ahora es un negocio tener un punto de venta.

Esta práctica simula el conocido chiste del ladrón que al robar a alguien le da dos opciones: “El culo o la vida”.

Resulta que mi progenitor ya ha sido protagonista de esta pesadilla económica. El pure fue víctima de este hecho, en el mes de noviembre cuando se disponía a cortarse el cabello en una peluquería del Centro Comercial Propatria. El corte le salía, si pagaba en efectivo, 10 mil bolívares y si lo hacía con la tarjeta de débito en 13 mil bolívares, donde de paso no le lavaron el cabello y lo hicieron caminar hasta otro establecimiento para concretar la transacción.

Luego, en otra ocasión, se disponía a comprar medio cartón de huevo y en el establecimiento le exigían las mismas condiciones de pago. En ese momento, 85 mil bolívares en efectivo, y con tarjeta 110 mil bolívares.

En otra oportunidad, se le ocurrió comprar otro producto en un comercio cerca de su casa y nuevamente le aplicaron la misma, 12 mil bolívares en efectivo y 16 mil si era con la tarjeta.

Otro testimonio, unos compañeros de trabajo, en aras de matar sus antojos, fueron víctimas de la misma “marramucia” al comprar los llamados “tostones perros” (tostones con varias salsas), en 10 mil bolívares si era en efectivo y 15 bolos si pretendían pagar con tarjeta.

Ahora bien, ¿quién carajo regula, supervisa, corrige, o sanciona esto? Imagínense como será, si vuelven los cestaticket en papel, o siguen saliendo diferentes mecanismos de pago. ¡Una locura seguramente! Recuerden, como dice el dicho, “Guerra avisada no mata soldado, y si lo mata es por…” aguevoniado diría yo.  Lo cierto de todo, es que quién ha salido ganador y caballo blanco, con toda esta crisis, son los comerciantes porque han hecho los que se le da la gana a la vista de las autoridades.

Volviendo hacer alusión al chiste del ladrón, con razón mi viejo, mis compañeros de trabajo y muchos por allí siguen con vida.