¿Cuánto vale una foto para la oposición venezolana?

“Cada quien sabía cuál era su trabajo en las protestas estudiantiles, algunos provocaban, otros se enfrentaban a los guardias y era justo en ese momento cuando yo aprovechaba para tomar la foto perfecta… si tenía suerte… eran 100 dólares seguros para mí”.

Elba Camacho, Fotógrafa Encubierta, Guarimbas 2014, Venezuela

La primera vez que me topé con Elba (nombre ficticio) fue en un curso de producción audiovisual de una reconocida Escuela Audiovisual de Caracas. La mayoría de los presentes eran estudiantes muy jóvenes provenientes de algunas universidades privadas del país, UCAB, Monteávila, Santa Rosa y Santa María, por nombrar algunas.

Elba tiene 23 años y es estudiante de Comunicación Social de la Universidad Monteávila. Su decisión de contarnos la experiencia que vivió obedece a una lección que la dio la vida, en el año 2016, que le hizo cambiar de opinión respecto a la violencia, la manipulación y las mentiras.

Fotógrafiando las guarimbas

Su primer contacto con el Movimiento de Estudiantes por la “Libertad y la Democracia” fue en diciembre del año 2013, cuando su novio Marcos la llevó a una de las reuniones del llamado “movimiento estudiantil”, realizada en la casa de un reconocido diputado de la oposición de la Asamblea Nacional.

La fecha estaba escogida: el 12 de febrero del 2014 comenzarían las protestas pacíficas en el país con la finalidad de derrocar al gobierno de Nicolás Maduro. Su trabajo no sería con bombas molotov, ni piedras, ni cauchos, “yo le tengo pavor a la candela, al menos mientras yo sea quien manipule esas cosas, eso no se me da…” comenta Elba.

“Marcos y yo tenemos bastante tiempo tomando fotos de la ciudad y de nuestros viajes por las playas del país. Un año antes de las guarimbas (como comúnmente se le llama a estas protestas en Venezuela), mi mamá logró acumular 800 dólares de los cupos de internet de CADIVI y me compré mi cámara digital semi profesional. Desde allí nunca la soltaba, así que me propuse hacer un curso y agarré bastante experiencia en esto” relata Elba.

Su cámara Canon se convirtió en su arma de ataque dentro de las protestas. “Me pidieron que fotografiara todo lo que sucediera durante esos días y que si entre mis fotos había una digna que calificara para una gran portada, me pagaban 100 dólares; por las otras fotos el pago era menor, algunas 50$, otras 20$, todo dependía del impacto que ellas tuvieran en las personas que estaban financiando las protestas” explica Elba.

La chica estaba muy contenta, por fín tendría un trabajo “serio y arriesgado” como ella misma explica. Su primera impresión no fue muy buena, por un momento dudó en hacer la “chamba” porque muchas de las conversaciones preparativas mencionaban armas de fuego, guayas y ataques a ministerios y lugares públicos. “No sé si sería porque estaba más chama, pero en aquel entonces me parecía emocionante luchar por mi país en esas protestas, al menos eso era lo que yo creía que hacía” lamenta Elba.

Provocar a los GNB, el momento perfecto

El método para hacer buenas fotos durante las protestas se lo explicó una ex profesora de la universidad durante las reuniones secretas preparativas. El trabajo de Elba consistía en rodear con su cámara el momento exacto en el que uno de los protestantes atacara a un Guardia Nacional (GNB) o a un agente de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).

“La idea era resaltar la reacción de los guardias hacia los muchachos que estaban protestando. Si un guardia agredía a uno de mis compañeros, o se defendía, el trabajo estaba hecho, mientras más se pudiera mostrar la ‘represión’ de los GNB, mejor. Cada quien sabía cuál era su trabajo en las protestas, algunos provocaban, otros se enfrentaban a los policías y era justo en ese momento cuando yo aprovechaba para tomar la foto perfecta, si tenía suerte, eran 100 dólares seguros para mí…”

Pero la cobertura durante las protestas violentas del año 2014 no sólo la realizaba Elba. Según sus cálculos, captaron entre 20 o 30 personas con cámaras de diferentes tipos ubicadas no sólo en las calles, sino en los edificios y alrededores de toda la zona prevista. No sólo cámaras fotográficas registraban lo sucedido, Elba cuenta que hubo varias productoras del país a las cuales se les pagaba de 500 dólares a 1.000 dólares por filmar los sucesos.

Reporte Confidencial creo que fueron de los mejores pagados en aquella época, esa gente tenía desde cámaras Go Pro, Réflex, Drones y cualquier cantidad de equipos modernos para hacer videos. Tu revisas el canal de Youtube y es impresionante la calidad de los trabajos audiovisuales, esa gente se hizo sus dólares con las guarimbas”, afirma Elba.

A medida que pasaban los días las protestas se intensificaban y el trabajo de tomar fotos se hacía muy complicado. “Las bombas lacrimógenas me afectaban mucho, realmente había que armarse con vinagre y jarabe antiácido para aguantar la pela, yo me sentía desgastada, pero cuando me pagaban las cosas cambiaban, por primera vez sentía que hacía algo por mi cuenta y no tenía que pedirle plata a mis padres” cuenta Elba.

Recuerdo que en las azoteas de varios edificios se hacían guardias para tomar fotos o grabar con los celulares y cámaras desde arriba; el problema de hacer fotos desde las alturas de noche es la luz. Las guarimbas se extendián hasta la madrugada y ese era mi horario preferido porque en las mañanas yo estudiaba, así que yo escogía las calles” comenta.

Durante los 3 meses y medio que duraron las protestas de la oposición venezolana, Elba sólo logró sacar 3 grandes fotos (las de 100$) que salieron 2 en un medio internacional y una en un medio digital nacional. Por las otras fotos sólo obtuvo 50 dólares (4 más) y al resto le pagaban 1.000 Bs. por día, dependiendo de las fotos que lograran.

Hasta allí el pasado guarimbero de Elba era sólo un recuerdo, con algo de gloria fotográfica y sin mucho más que contar que sus ataques de alergia por las bombas molotov o los sustos que tuvo que pasar para tomar una foto digna de muchos dólares.

El pasado siempre te persigue

A principios del mes de Mayo el gobierno venezolano ya había controlado algunas de las protestas que sólo se daban en el Municipio Chacao del Área Metropolitana de Caracas. El 8 de Mayo, cerca de las tres de la mañana, efectivos de la Guardia Nacional y la Policía Nacional Bolivariana desalojaron los campamentos estudiantiles instalados por semanas en la Plaza Alfredo Sadel, Las Mercedes, Plaza Bolívar de Chacao, Santa Fe y en la Torre HP donde funciona la sede en Venezuela de Naciones Unidas.

Ese día Elba tomaría fotos en Los Palos Grandes, punto de concentración escogido por unos estudiantes que decidieron ir a manifestar por la detención de 243 compañeros que fueron sorprendidos ante la operación realizada por efectivos de seguridad del Estado.

“Llegué a Los Palos Grandes y varios funcionarios de la PNB estaban recogiendo los escombros. Era costumbre durante las protestas levantar las tapas de las alcantarillas y meterlas verticalmente dentro de las mismas para trancar las calles. Cuando un carro intentaba pasar era imposible y así era como paraban el tráfico” explica Elba.

“De repente escucho disparos y el grito de algunos muchachos que insultaban a los policías… Yo voltéo para ver dónde era la confrontación y veo de cerca cuando uno de los funcionarios cae con una bala en el cuello. Al principio pensé que había sido en la cabeza, miro hacia los alrededores y nada, el disparo vino desde arriba, alguien le disparó desde algún edificio” explica.

Se trataba del joven Jorge Esteban Colina Tovar, funcionario de la Polícia Nacional Bolivariana (PNB) de 24 años de edad, quien falleció instantáneamente ese día mientras  limpiaba los escombros dejados por los guarimberos violentos ese día.

Elba cuenta con lágrimas en sus ojos el impacto: “No pude tomar más fotos, sentí un desespero espantoso en ese momento, me decía a mí misma ¿y si la bala hubiera sido contra mí, si se hubieran equivocado en el cálculo? Sentí un miedo horrible… por primera vez entendí la magnitud del daño que durante meses hacíamos los que fotografiábamos las reacciones de los funcionarios que los propios estudiantes provocaban”.

Recordé las veces en que varios compañeros escupían a los policías, las groserías horribles que algunos proferían contra muchachos que no pasaban de 25 años, que se quedaban allí callados; algunos no aguantaban tanta presión, tanta humillación y terminaban llenándonos los bolsillos de dólares a nosotros: los fotógrafos de turno. Esa fue la primera vez que me sentí realmente miserable”.

“Presencié todo aquello atónita… por primera vez vi a los policías con compasión; a menos de tres metros de distancia pude observar el desespero y el dolor en los ojos de uno de los compañeros que ayudaba a subirlo para trasladarlo. La moto se fue y dejó un camino de sangre por toda la avenida, y allí quedó ese muchacho”.

“En un momento miró hacia arriba, a los alrededores y caminó hasta quedar casi al frente de mí, allí me observó a los ojos fijamente y noté que estaba bañado en sangre y me dijo: ya tienes tu foto perfecta chamita, ya puedes sentirte en la gloria”.

“Me fui del lugar y no volví nunca más a tomar fotos para las protestas. Durante varios meses aquellas palabras resonaron en mi cabeza sin piedad y tenía pesadillas. No quise saber nunca más de Marcos, ni mucho menos de las protestas de la oposición”.

“Dos años más tarde, en noviembre del año 2016, caminaba por la Av. Francisco Solano, a la altura de Sabana Grande como a las 6:00 pm. De pronto se me acerca un hombre, me saca una pistola y me dice “dame la cámara que tienes en el bolso”; sin pensarlo saque mi cámara y mi cartera y se la entregué al ladrón. No sé de dónde salió una moto con dos Policías Nacionales y cercaron al malechor sin que este pusiera mucha resistencia. Lo esposaron, le quitaron mis cosas y llamaron a una patrulla para que se lo llevara. No podía creer que esto pasara en Venezuela, no podía creer que tuviera tanta suerte en una ciudad donde los atracos son el pan nuestro de todos los días”.

“Los policías me interrogaron y me aconsejaron no andar tan tarde por esa zona porque es una de las más peligrosas de la ciudad. Al final uno de los funcionarios me dijo: ´toma tu cámara muchachita, tienes que tener cuidado cuando sales a tomar fotos por la ciudad, hay mucho malandro por allí, espero que tus fotos puedan mostrar siempre las verdades de Caracas´… Esto me marcó para siempre”, finalizó Elba su experiencia.

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