¿Estresado? Aprende a relajarte para estar más sano

«Me estoy estresando». Esta y otras expresiones como «¡Tengo un estrés enorme!» o «No me estreses» forman ya parte de nuestro vocabulario cotidiano. Y es que el estrés es una respuesta natural de nuestro organismo conocida por todos.

Cuando se presentan estos pensamientos o verbalizaciones, vienen acompañados de una serie de cambios en nuestro cuerpo. Aumenta la tasa cardíaca, sudamos, respiramos más deprisa, los músculos se tensan y el cerebro también se prepara para la acción segregando determinados neurotransmisores y hormonas…

¿Cuando el estrés es un problema?

Aunque esta es una respuesta necesaria y francamente útil para ajustarnos a las demandas de nuestro entorno, cuando se prolonga en el tiempo los efectos devastadores sobre la salud. Es la diferencia entre el estrés agudo para el que estamos perfectamente equipados como seres vivos y el estrés crónico.

Cuando la respuesta biológica de estrés se prolonga en el tiempo, nos vuelve más susceptibles a patologías como la hipertensión arterial, las cefaleas, la fibromialgia, e incluso a enfermedades infecciosas ya que una de sus consecuencias es una depresión del sistema inmunitario. ¿A cuántos de nosotros nos aparece un herpes labial justo después de haber estado sometidos a un periodo de estrés más o menos prolongado?

Teniendo todo esto en cuenta, deberíamos tomar medidas. Existe todo un conjunto de investigaciones sobre técnicas de inoculación del estrés, muchas desarrolladas y/o estudiadas en el campo de la Psicología. Entre las técnicas que han mostrado más eficacia en el manejo del estrés están las técnicas de relajación. El control de la respiración, las técnicas de imaginación o las de tensión-distensión son algunas de las más habituales.

Aprende a relajarte

Junto a la relajación está la terapia psicológica de reestructuración cognitiva, que ayuda a cambiar el patrón de pensamientos sustituyéndolo por una visión del mundo menos generadora de ansiedad, reinterpretando nuestra forma de entender y afrontar los problemas. Aunque menos conocida, no es menos importante la meditación. En este sentido, la meditación nos permite frenar el ritmo de nuestros pensamientos, eliminando las distracciones y las preocupaciones.

Desde el mundo científico los beneficios de la meditación han recibido un progresivo y creciente interés en los últimos tiempos.

Los resultados de diversos estudios parecen indicar que la meditación puede reducir la presión sistólica, aumentar la protección ante infecciones como la gripe, e incluso modificar nuestros cerebros, aumentando la materia gris en estructuras importantes para el control de las emociones. Una de las vías por las que se cree que ejerce algunos de sus beneficios tiene que ver con el empleo de una respiración más apropiada, profunda, que es la que ha demostrado su poder relajante.

Conocemos lo que nos pone tensos y nos estresa en el día a día, sabemos que el estrés crónico tiene consecuencias perjudiciales, ahora depende de nosotros darle el valor que le corresponde e introducir cambios en nuestra rutina para mejorar la salud y la calidad de vida.

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